Esta noche, también se juega fuera del campo

Talavera de la Reina

Hoy en la ciudad casi no se habla de otra cosa. En realidad, desde hace días. Se calcula el impacto económico, se debate sobre lo imposible que será aparcar en una ciudad donde mover el coche cada vez se va complicando más. Incluso quienes no somos aficionados al fútbol sabemos lo que significa que el Estadio Municipal de Fútbol del Prado acoja esta noche el partido entre el Real Madrid y el Talavera.

Lo confieso: no me gusta el fútbol. Y solo he estado una vez en ese estadio, mitad por obligación, mitad por curiosidad casi antropológica. No lo recuerdo como un espacio especialmente amable. Muchas personas de mi generación hemos tenido una relación complicada con el fútbol y con la hegemonía casi absoluta de este deporte en el patio del recreo: quien no entraba en ese juego se quedaba fuera de casi todo. Con todo lo que eso suponía cuando eras un niño. Y, además, un niño de pueblo.

Hoy, desde otro lugar, desde otra mirada, me gustaría que esta noche el estadio fuera algo más que un escaparate deportivo: una prueba de que se puede disfrutar del fútbol sin insultos, sin homofobia, sin racismo. Que ningún niño ni ninguna niña tenga que elegir entre esconderse o aguantar burlas para poder seguir el juego. Si el fútbol presume de ser “de todos”, hoy es una buena ocasión para demostrar que ese “todos” también les incluye. Ya sé, ya sé que pido demasiado. Pero ya casi es navidad.