Un mural como refugio urbano: Crisdose pinta la serenidad en Cuenca

Cuenca

La fachada de la Delegación Provincial de Hacienda y de la empresa pública Geacam, en la calle Hermanos Becerril de Cuenca, luce ya un nuevo mural de grandes dimensiones que invita a detenerse, observar y bajar el ritmo. La obra, firmada por los artistas Cristina Domínguez (Crisdose) y Ángel Caballero (Xolaka), representa a una mujer leyendo en un momento de calma, con el paisaje conquense como telón de fondo.

El mural, cuya ejecución ha durado cerca de dos semanas, se convierte en una carta de presentación para quienes llegan a la ciudad y en un recordatorio para los propios conquenses de valores como la serenidad, la cultura y el disfrute del tiempo libre. “Quería que fuera un preludio de lo que para mí siempre ha significado Cuenca: hogar, casa, esa sensación de estar siempre en casa”, explica Crisdose, que vivió y estudió Bellas Artes en la capital.

La imagen muestra a una mujer concentrada en la lectura, acompañada por elementos reconocibles del paisaje local como la hoz del Huécar, el puente de San Pablo o las Casas Colgadas. Una composición que conecta el arte urbano contemporáneo con la identidad patrimonial de la ciudad y refuerza su carácter pausado, especialmente acorde con la atmósfera invernal en la que ha sido pintado.

Durante el proceso de creación, el mural ya ha empezado a cumplir su función social. “Hemos visto cómo la gente se paraba, nos preguntaba y observaba. El arte urbano invita a frenar ese ritmo frenético con el que vivimos y a bajar un poco las revoluciones”, señala la artista.

Un reto técnico y creativo

La intervención ha supuesto un importante desafío técnico. Para Crisdose, se trataba de su primer mural de estas dimensiones. A los condicionantes del espacio se sumaron las dificultades para acceder a la fachada, lo que obligó a trabajar con una grúa en un espacio muy reducido. “Teníamos apenas metro y medio para movernos y hubo zonas a las que solo llegábamos con palos extensores de cuatro y seis metros”, recuerda.

A pesar de ello, el trabajo conjunto con Ángel Caballero ha sido, en palabras de la artista, “una maravilla”. Ambos comparten formación en Bellas Artes y una forma de entender el arte urbano desde la colaboración y la adaptación al entorno.

Para trasladar el diseño a gran escala, los artistas recurrieron a una técnica clásica adaptada a las nuevas herramientas digitales: símbolos, letras y números repartidos por la pared que luego se superponen al boceto original mediante fotografía y programas de edición. Un método eficaz para mantener proporciones y coherencia en obras de gran formato, aunque no exento de curiosidad entre los viandantes.

Arte urbano como transformación social

Cristina Domínguez concibe el arte como una herramienta de transformación social, una idea que también está detrás del Festival de Arte Urbano Astarte, que creó en Iniesta en 2019 junto al Ayuntamiento de la localidad. El festival ha convertido el municipio en un auténtico museo al aire libre y prepara ya su sexta edición.

“Los vecinos esperan cada año que llegue el festival, hay muchas fachadas disponibles y el objetivo es que el arte sea accesible, gratuito y que cree una ruta de arte urbano que atraiga visitantes”, explica Crisdose.

El mural de Hermanos Becerril se enmarca además en la apuesta del Gobierno regional por el arte urbano como elemento de embellecimiento y revitalización de espacios urbanos, en una zona de Cuenca recientemente remodelada.

Ahora, con la obra ya finalizada, el mural queda como un punto de encuentro visual y emocional: una imagen que invita a leer, a parar y a mirar la ciudad con otros ojos, recordando que, a veces, el arte también sirve para recuperar la calma.