Solsticio, Navidad, naturaleza y tradiciones perdidas de los pueblos de Cuenca

Cuenca

En la noche más larga del año, cuando la oscuridad parece imponerse, el sol inicia silenciosamente su retorno. El solsticio de invierno, conocido en la Antigüedad como la noche del Sol Invictus, ha sido desde siempre un momento cargado de simbolismo, celebraciones y rituales.

De ello hemos charlado con Tirso Moreno, de la empresa Vestal Etnografía y la Asociación Cultural Los Ojos en La memoria de la tierra, espacio de radio que emitimos cada miércoles en Hoy por Hoy Cuenca, también es este especial de Nochebuena.

“Estamos en las noches más largas, donde la oscuridad prima, pero a partir de hoy el sol empieza a levantarse, empieza a ascender en el cielo”, explica Tirso Moreno. Un fenómeno astronómico que, más allá del frío, marca el inicio del alargamiento de los días y un cambio profundo en la relación entre el ser humano y la naturaleza.

Ciencia, cielo y simbolismo

Aunque popularmente se asocia el solsticio con el comienzo del invierno, la realidad astronómica es más compleja. “Ahora es cuando empiezan a alargarse los días, y además la Tierra está en uno de los momentos en los que se encuentra más cerca del sol”, recuerda Moreno.

El frío no se debe a la distancia, sino a la inclinación del eje terrestre, que hace que los rayos solares lleguen de forma más oblicua a nuestras latitudes.

El cielo nocturno, protagonista de estas fechas, también guarda secretos. En invierno se puede observar el llamado hexágono invernal, formado por constelaciones como Orión, Géminis o Tauro, y presidido por Sirio, la estrella más brillante del firmamento.

“No nos damos cuenta, pero ahora el cielo debería ser el gran protagonista”, señala el etnógrafo, reivindicando una mirada más atenta hacia las estrellas.

Fiestas del sol en distintas culturas

El solsticio de invierno ha sido celebrado desde tiempos remotos en distintas civilizaciones. “El sol es una divinidad, y estas fechas han sido siempre sagradas”, afirma Tirso Moreno. En la antigua Roma se celebraban las Saturnales y el Dies Natalis Solis Invicti; en los países nórdicos, la festividad de Yule; en Persia, la noche de Yalda; y en China, el Dongzhi.

Estas celebraciones, explica, no deben entenderse como precedentes directos de la Navidad cristiana, sino como expresiones universales del agradecimiento por el regreso de la luz y la esperanza del nuevo ciclo agrícola.

Tradiciones populares

Desde Vestal Etnografía y la Asociación Cultural Los Ojos se insiste en la importancia de preservar las costumbres tradicionales ligadas a estas fechas. Algunas, lamentablemente, se están perdiendo. “El olor a leña de las chimeneas era algo muy arraigado a la Navidad y cada vez se percibe menos”, recuerda Moreno, señalando también la despoblación rural como una de las causas.

Otras tradiciones evocan una Navidad comunitaria: las cofradías de ánimas pidiendo limosna, los vecinos probando los aguinaldos de Nochebuena, los villancicos cantados de casa en casa o los quintos recorriendo el pueblo. “Se decía: ‘que cenéis de buena gana’, y era una forma de desear bienestar”, rememora.

En las mesas, los dulces caseros ocupaban un lugar central. Rolletes, mantecados o flores fritas eran, y en algunos hogares siguen siendo, símbolo de hospitalidad. “Era una tradición muy ligada a las mujeres y a dar la bienvenida a quien entraba en casa”, explica el etnógrafo.

Villancicos y zambombas

La música es otro pilar fundamental de estas celebraciones. Los villancicos actuales poco tienen que ver con los villancicos históricos, que eran formas poéticas y musicales cultas, interpretadas incluso con órgano. Sin embargo, los villancicos populares conservan una identidad muy marcada.

“La zambomba, el almirez y la botella de anís son los instrumentos que le dan sentido a nuestro villancico”, subraya Tirso Moreno. Instrumentos humildes, muchas veces fabricados en casa, que hoy suenan cada vez menos. Su origen, ligado a la vida cotidiana, la matanza, la cocina, los objetos domésticos, los convierte en auténticos símbolos de la cultura popular.

El invierno en la naturaleza

Mientras las personas se afanan en comidas y celebraciones, la vida sigue su curso en el campo. “Parece que el campo duerme, pero la vida bulle”, afirma Moreno. Algunas especies hibernan, pero otras encuentran ahora su momento de mayor actividad.

Los humedales se llenan de aves invernantes llegadas del norte de Europa: zorzales, ánades, porrones o cercetas. Y, aunque sorprenda, grandes rapaces como águilas y buitres ya están en celo y construyendo sus nidos. “No pierden el tiempo, ya están esperando la primavera”, señala.

Desde la Asociación Cultural Los Ojos se recomienda aprovechar estas fechas para disfrutar del entorno natural, especialmente los humedales como El Hito o Manjavacas, donde el invierno muestra toda su riqueza biológica.

Una invitación a mirar distinto

El solsticio de invierno no es solo una fecha en el calendario. Es una invitación a detenerse, a observar el cielo, a escuchar la memoria de los pueblos y a reconectar con la naturaleza.

Como recuerdan desde Vestal Etnografía y la Asociación Cultural Los Ojos, comprender estas tradiciones es también una forma de entender quiénes somos y de dónde venimos, justo cuando la luz, poco a poco, vuelve a ganar terreno a la noche.