2025 en 3 minutos
Solo espero que en 2026 seamos un poco más críticos con lo que elegimos, votamos y compartimos

La mirada de Toledo: 2025 en tres minutos (29/12/2025)
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Toledo (Toledo)
Mi última entrada del año, así que, creo, que lo más adecuado es hacer un repaso de lo que nos deja 2025. Como han pasado muchas cosas y me es difícil resumirlo todo en tres minutos he seleccionado las más icónicas, al menos para mí, las que nos preocuparon, pero también las que nos recordaron que la sociedad sigue moviéndose, aprendiendo y reaccionando.
Empecemos por lo global. Donald Trump volvió a la presidencia de Estados Unidos. Un regreso vivido por muchos con cansancio y una sensación incómoda de déjà vu. Si buscamos algo positivo, quizá esta victoria nos haya obligado a dejar de mirar la política internacional como un espectáculo ajeno y a entender, de una vez, que no somos espectadores inocentes, que las decisiones que se toman lejos también terminan afectando a nuestra vida cotidiana.
2025 también nos enfrentó, sin descanso, a dos guerras que ya no ocupan el mismo espacio emocional, pero siguen ahí, hablo de Ucrania y Gaza. Ucrania nos recordó que los conflictos largos se vuelven invisibles cuando dejan de ser novedad. Gaza, que hay violencias que se cronifican hasta parecer parte del paisaje informativo. Y quizá lo más inquietante del año fue nuestra capacidad de acostumbrarnos a ellas.
En abril llegó un nuevo papa, León XIV. Más allá de la fumata blanca y de los rituales que la acompañan, lo verdaderamente interesante fue lo que simboliza, la necesidad permanente de las instituciones de legitimarse, de intentar conectar con una sociedad que cambia mucho más rápido que sus propias estructuras. Porque no lo olvidemos, el papado, en pleno siglo XXI, funciona más como un espejo incómodo de cómo gestionamos tradición, poder y autoridad moral que como un motor real de cambio.
En España, el gran apagón nos dejó a oscuras durante unas horas. Sin wifi ni datos, pero reaparecieron la conversación, la radio, la ayuda entre vecinos. Fue un recordatorio claro de nuestra dependencia tecnológica, pero también de algo positivo, seguimos sabiendo organizarnos cuando el sistema falla. Y este año también miramos atrás, 50 años de la muerte de Franco, casi ná. Un aniversario que no ha sido solo memoria, sino debate. Porque la democracia no se hereda intacta, se cuida, se discute y se revisa constantemente, y eso, aunque incomode, es una señal de salud democrática.
Así se va 2025, con tensiones, sí, pero también con aprendizajes. Con conflictos abiertos, pero con una ciudadanía más consciente. Con incertidumbre, pero también con capacidad de reacción. Solo espero que en 2026 seamos un poco más críticos con lo que elegimos, votamos y compartimos. Porque en nuestras decisiones cotidianas está el devenir de la sociedad. Yo le pido que venga cargado de sueños por cumplir. Y tú… ¿qué le pides?

Natalia Simón
Directora del departamento de Filosofía, Antropología, Sociología y Estética de la UCLM




