La alegría del recién llegado

Aranda de Duero

"No tienen ni idea de montar la tienda. A ver si llueve y se les cae". No todos son así de 'agradables', aunque el deseo de catástrofe vaya con segundas, pero lo que está claro es que todos los acampados este miércoles lucían una sonrisa en el General Gutiérrez. No era para menos. Era el primer día de Sonorama Ribera. 25 aniversario, buen cartel, y tres años después del último festival en gran formato. Los ingredientes eran los propicios para que, por enésimo año, se junten y arrejunten en el camping personas llegadas desde toda España. Valencia, Albacete, Cataluña, Valladolid, León... Todos unidos por la pasión por Sonorama. Y con mucho primerizo, por cierto.

Un grupo llegado de Zaragoza es el mejor ejemplo. Vienen de despedida de soltera al festival, y además, celebran haber sacado su oposición de funcionarias. "Vimos anuncios por Instagram del festival y pensamos en venir; y aquí estamos", dicen. También con alegría nos recibe un grupo de amigos que les une estudiar en Salamanca, aunque "cada uno es de un sitio, de su padre y de su madre".En el camping también pillamos a unos jóvenes de Valladolid montando la tienda. "Nos has visto cara de tontos y por eso te has acercado eh", dice entre risas uno de ellos.

Ampliar

"Lo mejor es la mezcla entre festival y fiestas de pueblo que se vive aquí"

En el General Gutiérrez se esperan a 14.000 acampados. Este miércoles ya estaban muchos ubicados. Algunos valientes llegaron incluso a ducharse -decimos valientes por lo del agua fría, aunque por la noche ya llovió-, pero entre todos los corros, y con gustos variados por el cartel (vencían IZAL, La M.O.D.A o C. Tangana entre los favoritos), se hacían cábalas por la sorpresa. Nathy Peluso, Rigoberta Bandini, Amaral e incluso Supersubmarina eran las apuestas más repetidas. Todos ellos valoran del festival que es "una mezcla entre grandes conciertos y nombres y unas fiestas de pueblo; lo tiene todo".

En el audio superior puede reproducirse el reportaje desde el camping. Ahora falta por ver si aguantan más en Sonorama los que se hospedan en él... o sus tiendas de campaña.