Mírale a los ojos y responde, ¿de verdad la pandemia nos ha hecho mejores?
Los datos de mortalidad covid en las residencias de mayores indican cuántas personas murieron pero no nos hablan de su soledad y sensación de abandono ni tampoco si estamos evitando que les vuelva a ocurrir

Aranda de Duero
Los datos de mortalidad y contagios por coronavirus en las residencias de mayores que acaba de publicar la Junta de Castilla y León para cumplir una sentencia del Tribunal Superior de Justicia no revelan nada que no sospecháramos ya: que los residentes de estos centros fueron uno de los colectivos más vulnerables ante el virus, uno de los colectivos más damnificados por la pandemia. Sí revela parte de la magnitud de este fenómeno: en las residencias ribereñas fallecieron uno de cada diez contagiados. Es siete veces más que la tasa en la población general, porque entre el total de contagiados en la Ribera han fallecido uno de cada setenta contagiados.
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Sin embarg ola frialdad de los datos solo pone de manifiesto una parte, (probablemente la menos importante) de la tragedia: indican la cantidad, y no toda. Dejan fuera, de momento, porque aún no se han hecho públicos, los datos del exceso de mortalidad ¿cuántos ancianos murieron oficialmente por otras causas pero en realidad fue por situaciones derivadas de la pandemia? Por ictus, por caídas con traumatismo o complicaciones de sus enfermedades que no se pudieron atender debidamente porque la prioridad era el covid ¿Cuántos intentos de suicidio o intentos de fuga por el sufrimiento que provocó el aislamiento se produjeron con consecuencias trágicas? ¿Cuánto afectó ala salud mental y a una salud física ya deteriorada por dolencias crónicas y previas, de forma que se acortó la vida o el bienestar de estas personas?
Y en cuanto a los muertos, los números nos dicen cuántos ancianos fallecieron. Pero no nos dicen cómo. Nos lo han contado quienes lo vivieron en primera persona, a uno y otro lado del muro. Porque en eso se convirtió el confinamiento, en una barrera que produjo tanto o más dolor que la propia enfermedad.
Ancianos que murieron solos, sintiéndose abandonados sin entender por qué esa soledad, desorientados, dolidos y tristes sin comprender la causa de no tener al lado a sus hijos, a sus mujeres o maridos, a sus nietos. Personas que no pudieron despedirse, o lo hicieron, y ya fue un avance, a través de una pantalla.
Nos dijimos muchas veces que la pandemia nos iba a hacer mejores. Pues aquí tenemos el mejor examen para comprobarlo: si nos preguntaran qué pasaría con nuestros mayores si volviera a repetirse una pandemia, ¿podemos decir que no volvería a ocurrir lo mismo?

Elena Lastra
Redactora jefe de la Cadena SER en Aranda y presentadora de 'Hoy por Hoy Aranda'




