Palencia y sus listas de espera

Palencia

Estaba yo en Mercadona haciendo la compra y me encontré a mi ex-vecino Eduardo. ¡Hola, ¿qué tal estáis?, hace mucho tiempo que no nos vemos!, pues bien, sí, sí, tus hijos ya estarán trabajando, ¿tienes nietos?, etc.

En fin, esa cháchara habitual en encuentros coyunturales, tan cortés como insulsa. Pero Eduardo no pudo resistir la tentación de contarme sus dolencias. Además de que están solos porque sus hijos se han tenido que ir lejos de Palencia para encontrar trabajo, Eduardo me cuenta que a él le operarán de vesícula dentro de tres meses como pronto, le han dicho que le avisarán. Pero su esposa Dori sí que lo tiene mal, con una rodilla inflamada, apenas puede caminar, no quiere salir de casa, con lo que le sube el azúcar y se deprime por no poder hacer las cosas. Le han dicho que la lista de espera en traumatología puede ser de seis meses. En fin, están desesperados. A modo de cuña miro su pulsera de la bandera de España y le digo, Eduardo la salud pública está relación directa con el voto que metemos en la urna, pero no le interesa. Adiós, adiós.

Ayer leo en las noticias la macro manifestación que le han preparado los madrileños a Díaz Ayuso. Varios cientos de miles de personas enfadadas por la destrucción de la sanidad pública y el pitorreo de su presidenta, que se mofa de los sanitarios y de los ciudadanos con sus despectivos comentarios y sus espeluznantes medidas.

Sin embargo, Díaz Ayuso es solo la punta visible del iceberg, ejerce en grado superlativo la política sanitaria más típica de la derecha española: desmantelar el servicio público de salud y que nos vayamos a la privada. Cada cual que se pague sus gastos, y quien no pueda, pues, como antiguamente, a la beneficencia.

En esa línea caminamos en Castilla y León tras treinta años largos de mandato del Partido Popular. Según cifras oficiales a 30 de septiembre, en nuestra comunidad 266.000 personas esperan durante una media de tres meses su primera consulta de especialista. En Palencia son 19.500 esperando, que es más del 10 por ciento de pobladores entre capital y provincia.

Lo que le dije a mi ex-vecino, no basta acordarse de Santa Bárbara cuando truena, las tormentas sociales las preparamos los ciudadanos cuando metemos el voto en la urna.