No es una pelea de abuelos

Palencia

Escuchar declaraciones como las del líder nacional del PP, Núñez Feijoo, sobre que el golpe de Estado y la Guerra Civil que dio paso a 40 años de dictadura fue una pelea entre abuelos, o las palabras del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, García Gallardo, que apuesta por cambiar el decreto sobre la Memoria Histórica por la Ley de la Concordia es, como poco, un insulto a la inteligencia e indigno por el desprecio a los miles de personas que siguen enterradas y desaparecidas a lo largo y ancho de este país.

Si alguien colaboró en dignificar a las víctimas fue Esperanza Pérez Zamora. Su padre, su tío y sus dos abuelos fueron asesinados y ella, junto a su madre, se vio obligada a exiliarse. Regresó con el claro propósito de recuperar los restos de su padre. Así lo hizo y 150 cuerpos más, sembrando de esta manera la semilla de las asociaciones memorialistas.

No podemos mirar para otro lado y negar la evidencia. Por higiene democrática hay que recuperar a los desaparecidos durante el franquismo, y reconocer la labor de personas como Esperanza.