Música en la calle
La Firma de Eva Calleja
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Palencia
Cada día que despierto y saludo un nuevo y único amanecer celebro por todo lo alto la música porque la música es parte fundamental de mi vida y me resulta difícil, sino imposible, concebir un solo día sin música de muy variados estilos, porque la verdad yo en eso de la música soy de escuchar un poco de todo o de casi todo… pero hoy 22 de noviembre lo hacemos de una forma un poquito más especial porque hoy es Santa Cecilia o lo que es lo mismo, hoy se conmemora el Día Internacional de la Música.
El pasado viernes se celebraba un acto muy especial, una cena solidaria para recaudar fondos para la delegación en Palencia de la Asociación Española contra el Cáncer. Tuve el placer de hacer de maestra de ceremonias en este acto, placer por poder echar una mano con mi trabajo pero además un placer especial porque mi compañero de escenario fue Ramón Arangüena, periodista al que admiro y que ha llevado y lleva el nombre de nuestra ciudad más allá de nuestras fronteras. Lo dicho vivimos una noche cargada de emociones, de reconocimientos, de generosidad y de altruismo que, en los tiempos que corren, siempre hay que celebrar.
¿Por qué les hablo hoy de esto? Primero porque me parece importante poner en valor una vez más la esencial labor que hace esta asociación, pero además porque en ese acto también pudimos disfrutar de la música, la música de ese chelista inglés que hace 20 años decidió aterrizar en nuestra ciudad y quedarse en ella para llenar las calles con su música, esencialmente nuestra Calle Mayor que es mucho más hermosa desde que John Fellingham la llena con sus acordes.
John podría tocar en muchas partes, estoy segura de ello, pero un día decidió regalarnos su arte en la calle, como muchos otros artistas callejeros, junto a los que a veces pasamos sin prestar demasiada atención.
Y es todo un lujo, uno de esos lujos no suficientemente valorados. Ahora John está en boca de todos desde que ha aparecido en un conocido programa de televisión y de alguna forma me alegro, porque eso ha hecho que muchas personas reparen en él, se detengan a escuchar su música y se interesen por su particular historia. En mi caso era la primera vez que tenía la posibilidad de hablar con él y me enamoró al instante con su personalidad: hombre sencillo, de pocas palabras, que se mostró agradecido por cada aplauso, por cada gesto de su público que lo arropó con cariño y admiración y que estaba absolutamente feliz por poder echar una mano en esa noche especial y que, por supuesto, no quiso ni un solo euro por su trabajo.
No es el único músico callejero que puebla nuestras calles y que obviando el frío y otras inclemencias meteorológicas, muy propias de nuestra tierra, carga cada día su instrumento y hace que nuestro devenir por las calles sea mucho más chulo. Todo mi agradecimiento y respeto para la música callejera.
No es la primera vez que desde este espacio apuesto por la música, no solo la callejera, que agradezco infinitamente, sino la de tantos grupos palentinos y de cualquier lugar del mundo que pelean cada día por ganarse la vida.
Música por favor, por todas partes.
Feliz día de la música y feliz semana.