Decanos

Palencia

Hace unos días la prensa informaba de las recientes elecciones en el Colegio de Abogados de Palencia. Antes de nada conviene dar unas pinceladas sobre lo que es y para qué sirve este colegio profesional. Grosso modo, sus funciones tienen dos vertientes. Una privada, que es ordenar su funcionamiento mediante los estatutos propios, y defender los derechos e intereses de sus colegiados o solventar disputas con sus clientes, entre otras. También una función pública como es atender y gestionar servicios públicos encomendados por la Constitución y las leyes. Alguna tan importante como garantizar el derecho a la asistencia jurídica de los ciudadanos mediante el turno de oficio, asistencia al detenido, asistencia a las víctimas de violencia de género o justicia gratuita.

Al frente, por los colegiados se elige un decano y una junta de gobierno que han de velar por el cumplimiento de las funciones legales y estatutarias. Como en toda obra humana las cosas se puede hacer bien o mal, con honestidad o con cierta perversión, con generosidad o con parte de interés particular.

De las elecciones celebradas en el colegio de Palencia ha salido una junta, nueva a medias. Parte de ella procede de la anterior. Por eso, precisamente, los que repiten conocen a la perfección el amplio margen de mejora que tienen para cumplir su mandato.

Sería una buena idea que como orientación se fijaran en la excelente gestión realizada durante treinta años por los grandes decanos que ha tenido el colegio palentino en su historia: D. Antonio Hermoso Junco y D. Daniel Ibáñez Espeso, insignes juristas, generosos con sus compañeros letrados, amables con el personal administrativo, siempre dispuestos a ayudar a los recién llegados. Aquel tiempo en que el colegio lo era para todos los colegiados, cuando se resolvían las controversias con generosidad y amplitud de miras, y se respetaba a los compañeros mayores que ya no ejercientes lo fueron durante muchas décadas. Además, aquellos buenos administradores dejaron las arcas colegiales bien nutridas. Qué pena, la nueva junta las hereda esqueléticas y comprometidas.

Dicen los tiradores que donde se pone la vista va la flecha. A ver si los nuevos elegidos son capaces de mirar a la diana adecuada y muchos colegiados puedan recuperar la confianza en su colegio, en que no van a ser atacados o ninguneados.