La ayuda y el cuidado: el primer signo de civilización
La firma de Rosa Alcubilla
La firma de Rosa Alcubilla - 13/01
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Aranda de Duero
La antropóloga norteamericana Margaret Mead contaba que el primer signo de civilización en la cultura antigua fue un fémur fracturado y luego sanado. Explicaba que en el reino animal, si te rompes una pierna, irremediablemente mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a beber, ni buscar comida, y te conviertes en una presa fácil. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane. Por ello, un fémur roto, que se ha curado, es la prueba de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con la persona accidentada, le ha vendado la herida, la ha llevado a un lugar seguro y la ha ayudado a recuperarse. Ayudar y cuidar a alguien cuando tiene dificultades es el momento en que comienza la civilización.
No podemos, ni debemos, alardear de autosuficiencia y autonomía porque la vida se encarga constantemente de demostrarnos lo frágiles y vulnerables que somos los seres humanos. Contra el individualismo, un baño de realidad (una enfermedad, un accidente, un contratiempo,…) nos muestra la necesidad del apoyo mutuo. Gracias a la ayuda mutua las sociedades humanas han podido sobrevivir y extenderse, han evolucionado.
Si la vida es impredecible y puede derrumbarse como un castillo de naipes en cualquier momento, solo nos queda reconocer y entender nuestra enorme fragilidad, transitar los momentos difíciles y confiar en que como seres civilizados y evolucionados, vamos a contar siempre con la ayuda de alguien. Eso nos llena de valentía ante la adversidad. Una vez más recalco lo importante que es socializar, fomentar tus redes, crear tu tribu, no encerrarnos ni aislarnos. Deberíamos cuidar más y mejor a las personas que nos rodean, escucharnos activamente, comprendernos y acompañar en el sufrimiento.
Tal vez, de esta manera, dedicando tiempo de calidad a los otros, y por supuesto exigiendo políticas públicas con más recursos y profesionales de salud mental, podamos revertir algo la alarmante y dolorosa cifra de 4.003 suicidios del año 2022. Si un fémur roto y curado nos definió como civilización, una mayor preocupación y apertura hacia los demás, una sociedad más solidaria y menos egocéntrica, puede hacernos recuperar nuestra humanidad.