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La Ferroviaria sopla las velas de sus 120 años de historia en Valladolid

Abrió sus puertas en 1903 y sigue atendiendo a la clientela en la misma ubicación

Imagen de la puerta del bar La Ferroviaria, en Valladolid, en la década de los años 60. / Archivo Municipal

Valladolid

Habían pasado cinco años del desastre de Cuba y Filipinas. España estrenaba siglo con el ocaso de un imperio que dominó el planeta. Algo más de tiempo, casi medio siglo separaba otro hecho histórico, de menor dimensión global pero de mucha más importancia local: el 20 de febrero de 1856 el ferrocarril llegó a Valladolid. Y precisamente este acontecimiento está íntimamente ligado al local que, en 2023, coloca 120 velas en una tarta inmensa, de muchos pisos, que han ayudado a distribuir los miles y miles de clientes que han cruzado el umbral de su puerta, ubicada, como no podía ser de otra manera, en la calle de la Estación y que mira a las vías, que siguen ahí, como La Ferroviaria, 120 años después.

En una época marcada por la popularidad de los gastrobares, las decoraciones minimalistas, las vajillas y cubiertos de diseño, las cartas con platos de nombre kilométrico y la omnipresencia de ceviches, tatakis, pokes y tartas de queso a medio cocer, el cartel que anuncia el menú del día en 'La Ferro' es una oda a las esencias. El fiel de la balanza que mide la tontería en los fogones. Este 17 de febrero toca, de primero: patatas a la riojana, pimientos rellenos o cogollos con bonito. La única concesión a la galería son unas verduras en tempura. Y en los segundos tampoco hay lugar para equívocos: carrilleras al vino tinto, solomillo a la plancha con roquefort, pez espada y huevos rotos con jamón. Y, por supuesto, todo esto acompañado por pan, agua, caña o vino de la casa, postre o café. Doce euros tienen la culpa.

Menú del día en el bar La Ferroviaria de Valladolid.

Menú del día en el bar La Ferroviaria de Valladolid. / Cadena SER

Menú del día en el bar La Ferroviaria de Valladolid.

Menú del día en el bar La Ferroviaria de Valladolid. / Cadena SER

Aquí uno sabe a lo que viene. Aunque quizá lo que desconozca es todo lo que se ha vivido en su barra y en sus mesas, distribuidas también en una terraza que fue almacén del estraperlo y en una bodega utilizada como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil.

El legatario de todo eso es José Luis Martínez, quien asumió el traspaso de este negocio en 1989. En aquella época lo que ahora es el edificio del Registro de la Propiedad, era todavía la Escuela de Comercio, en cuyas aulas impartió clase el escritor Miguel Delibes. Y es que, si los trabajadores ferroviarios fueron los primeros en inaugurar la larga lista de asiduos, los estudiantes han sido otro de los colectivos que han hecho de este local una especie de refugio inevitable.

Máquina 'tragaperras' antigua que custodia el bar La Ferroviaria.

Máquina 'tragaperras' antigua que custodia el bar La Ferroviaria. / Cadena SER

Máquina 'tragaperras' antigua que custodia el bar La Ferroviaria.

Máquina 'tragaperras' antigua que custodia el bar La Ferroviaria. / Cadena SER

Refugio inevitable y eterno. Y no exageramos. En el patio de La Ferroviaria hay una parra. Y junto a las raíces de esa parra, reposan las cenizas de un cliente que pidió a sus familiares ubicar sus restos en este lugar. Los deudos cumplieron y este parroquiano ha podido no perderse una sola de las partidas de cartas que sus hijos y amigos siguieron organizando tras su fallecimiento.

Entre sus paredes ha pasado casi de todo. Incluso un robo frustrado hace apenas un año y medio. Las imágenes quedaron grabadas en la cámara de seguridad y el asunto fue resuelto de manera expeditiva y sin necesidad de la intervención de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

La Ferroviaria sopla las velas de sus 120 años de historia en Valladolid

'Cachis' y 'ferropuntos'

Ser de Valladolid y no haberse tomado nunca un 'cachi' en La Ferroviaria debería restar al menos seis puntos si existiera el carnet de 'vallisoletanidad'. Los primeros que sirvió costaban 150 pesetas, es decir, noventa céntimos de euro. Hasta 4.000 de estos recipientes ha llegado a despachar José Luis cuando, en los fines de semana, la fotografía de los habitantes de su bar era radicalmente diferente a los habituales de las jornadas laborables. Hectolitros de cerveza y 'calimocho' de los que han salido amistades inquebrantables y otras menos consistentes. E incluso matrimonios con las mismas condiciones de durabiilidad. "He visto cómo esos chavales se convertían en profesionales de todo tipo de oficios", ha explicado Martínez en una entrevista en 'Hoy por Hoy Valladolid'. "Y lo mejor es que han seguido viniendo, con sus parejas y sus hijos, en algunos casos", ha remachado.

Réplicas de trenes

Réplicas de trenes / Cadena SER

Réplicas de trenes

Réplicas de trenes / Cadena SER

Para que esa afluencia de clientela joven no decayera a este hostelero se le ocurrió aplicar el ahora extendido concepto de las tarjetas de fidelización. En la próxima reordenación de armarios, ahora que Mari Kondo ha dimitido por maternidad, cuando la primavera se consolide y el verano asome, rebusquen en esos vaqueros viejos o en el bolso que dejó de estar de moda hace mucho tiempo. Quizá ahí encuentren algún 'ferropunto' sin utilizar. Eso sí, ya no son de curso legal, así que olviden lo de canjearlo por otro 'cachi', o por una tapa. Ni siquiera por un cortado o un poleo, que seguro les resultará más digerible en este punto de sus vidas. Si les apetece ese cortado, la cafetera de 'La Ferro', como las locomotoras que llegaban a la Estación del Norte en 1903, sigue echando humo cada día. Al menos, de momento.

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Mario Alejandre

Cuenta lo que pasa en Valladolid y en Castilla...