"Sentimos miedo cada día por los que hemos dejado en Ucrania"

Valladolid

Hace poco más de doce meses su vida era como la de cualquiera de nosotros. Tenían planes, expectativas, pero también inquietud por las amenazas repetidas de Vladimir Putin. En la madrugada del 23 al 24 de febrero todo cambió de golpe. Llevaban semanas barruntando posibles planes por si los acontecimientos se precipitaban. De hecho el marido de Oleksia lo había acordado con ella. "Si la guerra estalla, coges el coche y a las niñas y os vais a la frontera". Toda la vida en unas pocas maletas. Y ese momento llegó. Casi sin tiempo para las despedidas. El objetivo era ponerlas a salvo. "Darles un futuro" nos cuenta en un español que ha aprendido a marchas forzadas, con la ayuda de clases pero también de la televisión y el traductor del móvil. El mismo con el que intenta comunicarse con el hombre que se casó a los 20 años y con el que había diseñado una vida que ha cambiado quizá para siempre. Con él y con la familia y amigos que han quedado a casi 4.000 kilómetros.

No siempre es posible establecer esa comunicación. Los cortes de energía son continuos. Cuando eso sucede, las redes de comunicación se caen y, en ese momento, la falta de novedades, acrecientan la angustia el miedo. "Vivimos con la cabeza aquí", relata Natasha, "pero nuestro corazón y alma siguen en Ucrania". Ella también huyó con sus hijos. Como su compatriota, emprendió una carrera desesperada para escapar tras la invasión. Las dos recuerda con especial horror las horas interminables hasta que pudieron abandonar el territorio ucranio. "Con una niña pequeña en brazos", rememora mientras contiene las lágrimas.

La imagen en los puntos fronterizos era común, han explicado durante la entrevista en 'Hoy por Hoy Valladolid'. Mujeres y niños, también personas mayores, con el equipaje que podían transportar despidiéndose de hombres y jóvenes que se quedaban para luchar contra las tropas rusas.

"La guerra va a ser muy larga"

No son optimistas cuando hablan del futuro. Saben, aunque no se lo cuentan a sus hijas, que el futuro no está en Ucrania. Si la guerra acaba, llegará la reconstrucción. Y los daños -hasta el momento- son enormes. Está lo irreparable, todas las vidas que se han perdido; pero también, en lo más pragmático, analizan las opciones de rehacer planes en un territorio marcado por las cicatrices de las bombas y la artillería. "Es muy difícil que mis hijas pueden tener un futuro en su país", dice con pesar Oleksia.

"Ojalá supiéramos lo que pasa por la cabeza de Putin", añade al ser cuestionada por la evolución de este conflicto. Pero tanto ella como Natasha están seguras de que va a ser una guerra larga. En su zona, cercana al puerto de Odessa, uno de los puntos estratégicos por la importancia económica de la salida al mar en este enclave de la geografía ucraniana, creen que al líder ruso lo que le interesa es "atemorizar sin destruir lo fundamental". Pero tampoco tienen certezas, como casi nadie las puede tener en este asunto.

Mientras, echan de menos cada día a quienes tuvieron que quedarse: pareja, padres, hermanos, amigos...en su ciudad de nacimiento, cercana a la frontera con Rumania, "de momento las cosas están tranquilas". Pero "eso también puede cambiar", advierten. "Vivimos, sí, pero con el corazón roto", concluye Natasha.

Hasta el momento y según los últimos datos ofrecidos por la Secretaría General de Análisis Migratorio, desde la invasión de Ucrania un total de 3.855 personas han solicitado asilo en Castilla y León, de las que 1.332 están acogidas en el sistema de asilo y refugio (el 35 %). Asimismo, más de 300 personas están dadas de alta en la Seguridad Social como trabajadores y, por lo tanto, según la normativa del Ministerio, no cumplirían el requisito de carecer de medios económicos.