Inquietud en Paleolítico Vivo por el impacto de los parques eólicos que se proyectan junto a la sierra de Atapuerca

Burgos

Los responsables de la iniciativa Paleolítico Vivo observan "con mucha preocupación" los proyectos de parques eólicos solicitados para esta zona, en la Comarca de Juarros de la provincia de Burgos. "Estamos en un zona muy protegida, que es la Sierra de Atapuerca, Paleolítico Vivo se crea para que se entienda mejor la prehistoria y los paisajes de entonces, cómo vivía el ser humano, qué animales había en la zona, cómo interactuaban, y todo esto se puede ir al traste si se construye un parque eólico", asegura el fundador de este parque, Eduardo Cerdá, que reconoce que "ver que un lugar Patrimonio de la Humanidad, un espacio natural protegido, pueda verse amenazado y cambiar para siempre su fisionomía, es un problema que preocupa muchísimo a toda la comarca".

"Son 20 tantos molinos, algunos de 200 y pico metros de altura, que van a cambiar para siempre el paisaje", apunta, al tiempo que llama la atención sobre las consecuencias que tendría para la fauna de la zona. "Si colocamos esos molinos, se comete una auténtica sangría de aves rapaces, ahora las alimentamos con los animales que mueren en invierno y serían las principales perjudicadas", asegura el gestor de Paleolítico Vivo.

Eduardo Cerdá, que intervino en la sección 'Vividores' de Hoy por hoy Burgos, explica que apoyan las reivindicaciones de la plataforma que se ha constituido en contra de estos proyectos en la zona de Demanda-Juarros-Montes de Oca, aunque cree que "no se van a atrever a tocar Atapuerca y su entorno". Es más, se muestra partidario de trasladar esta circunstancia a la Unesco, ya que la zona es Patrimonio de la Humanidad. Cerdá lamenta que toda la provincia de Burgos esté plagada de molinos de viento y asegura que "es responsabilidad de todos salvaguardar esto".

Esta inquietud coincide con la concesión a Paleolítico Vivo, por parte de la Junta de Castilla y León, de la licencia de parque faunístico, una figura legal que les permitirá gestionar una superficie de 80 hectáreas durante los próximos 25 años con los animales que habitan la reserva e incluso ampliar el número de especies. Cerdá avanza que podrían introducir algún cérvido en esta zona, descendientes de los que habitaron la Sierra de Atapuerca, una manera de "palpar la prehistoria" con los sentidos, como complemento a la visita a los yacimientos de Atapuerca. Esto requerirá hacer mejoras en el parque para las que habrá que buscar financiación, un proyecto que esperan que esté listo en un año, aproximadamente.