La alternativa a que los jóvenes de Aranda pasen frío en la calle y se formen en valores
Conocemos a dos de los cuatro grupos de jóvenes que se reúnen en la parroquia de la Vera Cruz para divertirse y crear convivencia, cansados de que "les mareen" y encantados de romper con los prejuicios que se tiene sobre ellos
La alternativa a que los jóvenes de Aranda pasen frío en la calle y se formen en valores
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Aranda de Duero
"¿Qué haces en Aranda, si es que no hay nada?", dice casi ofendida una adolescente. "Pasar frío y dar vueltas o comer pipas o dormir", responde otro joven cuando es preguntado por qué estaría haciendo un viernes de final de febrero a esa misma hora. Son solo dos de los muchos testimonios que podrían recogerse cualquier fin de semana en la capital ribereña, que adolece de ocio pero también de alternativas para los jóvenes, lo que no quita que alguna haya. Y precisamente una de ellas la hemos conocido a profundidad en las últimas jornadas. Para ello, hay que acudir a la parroquia de la Vera Cruz, donde varios grupos -cuatro en total que se dividen por edad, de 12 a 18 años- se reúnen asiduamente. Allí se hacen la cena, conversan, y previamente juegan. "Un día hicimos las torres estas que hacen los catalanes, y hoy hemos hecho mímica. Otras veces vemos pelis en el proyector, y en cuanto haga bueno a jugar al fútbol", dice uno de los grupos más jóvenes. Están tutorizados y vigilados "por el cura Álvaro, que es muy majo".
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Álvaro Zamora ciertamente es un sacerdote joven que ha dado respuesta, junto a otros monitores, a los problemas de ocio que sufre la juventud. Cuando sale de dar clase, directamente casi se 'mete' cinco horas con varios grupos. Pero lo hace encantado. Con ellos no solo se divierte, sino que reflexiona. "Un día hablamos sobre la desigualdad entre hombres y mujeres. Cobran menos y eso no es justo", dice una joven. "También sobre el tema del textil, cómo se aprovechan de ellas", dice otro. En sus palabras se denota un gen diferente. Una preocupación por lo que pasa en el mundo. Pero también buenas prácticas y hábitos. Porque ellos recogen -y hasta decoran- el nuevo espacio que se está creando en esta parroquia.
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Después, es turno de los adolescentes. "Con ellos vas más a tiro hecho", reconoce Zamora. En este caso, además de hacer actividades y reflexiones, también han hecho voluntarios. "La tarde de Nochebuena la pasamos con los ancianos de la Ciudad de Bienestar pasando tiempo con ellos. Y luego hay días que hacemos convivencia y nos vamos a jugar al pádel y después hacemos unos macarrones", dicen alegremente. Esta es una válvula de escape para no pasar frío, pero sobre todo, para seguir formándose en valores y entretenerse.
'El cura Álvaro'
Después de escuchar a los jóvenes, es momento de escuchar al sacerdote, que se ha estrenado este curso en Aranda y la Ribera. No se ha encontrado prejuicios, pero "siempre voy con el mismo mensaje y la cara descubierta; la Iglesia está acostumbrada a trabajar con los jóvenes, siempre ha estado ahí, y el objetivo no es otro que inculcar valores de siempre a los jóvenes, creando personas auténticas, de una sola pieza, con interioridad". Pero, ¿cómo se 'revoluciona' a los revolucionarios? "Principalmente escuchándoles e invirtiendo tiempo en ellos. Muchas de sus historias son increíbles. Hay que mostrarles cariño, confianza, y apostar por ellos, porque muchas veces sienten que nadie les entiende, y como todos hemos pasado por esas cuestiones, hay que escucharles. Es así como se consigue acercarles a estos grupos", dice, reconociendo que no está solo, pues hay otros sacerdotes de Aranda y monitores "que se han tenido que ir de aquí y vuelven los fines de semana".
Uno de ellos es Rubén. "Yo me siento identificado con estos chicos en estas edades. Cuando me fui a nivel personal sentía nostalgia. Y nos conocimos en Navidades, y me propuso esto", dice. Álvaro, por ejemplo, cuenta que para amueblar el nuevo espacio, 'engañó' a los jóvenes para llevárseles a Ikea. "Ellos mismos lo montaron para que sea su lugar, para que no tengan la sensación de catequesis de los 80, de casposo... Buscábamos algo más funcional", añade, contando que "ellos se sienten partícipes", pero "aún no tienen esa capacidad de iniciativa, pero saben lo que no quieren, por eso hay que escucharles para ver lo que les interesa o no, y buscar alternativas". "Quieren algo con identidad. Están cansados de que les utilicen, mareen, de que no apuesten por ellos. Están cansados de los prejuicios que tienen de los jóvenes, no quieren estar etiquetados, no quieren estar vagando por Aranda, quieren estabilidad y felicidad. Están en una época en la que tienen que revolucionar, y ahí tiene la iniciativa de solucionarlo y arreglarlo. Y puede sonar a cura, que es lo que soy, pero esa palabra de algo pleno que les llene, de esos vacíos propios de la adolescencia que lo hemos pasado todo, la Iglesia tiene esa palabra de plenitud. Suena de Evangelio, pero es así. Ellos no me consideran tampoco un cura de antaño, por algo soy el cura Álvaro", esgrime entre risas, entre que Rubén destaca "las ganas que ponen todos en involucrarse y participar".
Objetivos y propuestas
Por último, sobre actividades, explica Zamora que "tenemos un campamento de verano Inter parroquial y vamos a ir a Espinosa de los Monteros, y los jóvenes que han hecho curso de monitor harán allí las prácticas, y luego el viaje a Lisboa por la Jornada Mundial de la Juventud, que es una experiencia única y para la que están tratando de conseguir financiación".
La charla al completo puede reproducirse en el audio superior.