Los fantasmas de Kawaya

Los temores de parte del culturalismo se hicieron realidad cuando mediada la primera parte del último partido Andy Kawaya echaba la rodilla al césped del Reino de León. Un pinchazo en el sóleo en la acción previa al segundo gol del Linares levantaba la voz de alarma. Tras el saque de centro llevó la mano al pie derecho. De poco sirvieron los esfuerzos del médico y del fisioterapeuta. De la banda al terreno de juego y nuevamente al suelo. Hasta ahí llegó la participación de un futbolista frágil que llama a los viejos fantasmas. Se fue hace dos años de la Cultural marcado por las enfermedades y las lesiones y dos meses y seis partidos después, vuelta a la casilla de salida. A la espera del parte médico, el extremo belga ingresa en la enfermería y podría perderse varios encuentros.

Su fichaje exprés fuera de plazo devolvió la ilusión perdida a la hinchada leonesa tras un mercado en blanco, pero el efecto pronto se evaporó. Poco ha dejado su juego, más allá del gol de cabeza que en Majadahonda rompía una sequía histórica. Apariciones intermitentes, poca capacidad de desborde y una disciplina defensiva que chirría con sus virtudes. Después de probar a Percan en punta y de rotar (por molestias) a Alarcón, el técnico regresó a su plan sentando a Kawaya ante el Depor e, incluso, recurriendo antes a Querol. La fiebre de Percan le abrió la puerta que tendrá difícil tirar abajo en al tramo final de la temporada.

Como si de una premonición se tratara, el aterrizaje del jugador vino acompañado de problemas burocráticos que retrasaron el reestreno. Se produjo el 19 de febrero regalando al Reino sus habituales 'gambeteos' lejos de la portería. Docampo tenía entre manos un regalo que no había pedido y que debía explotar, pero el tiempo confirmó sus sospechas. Una titularidad en año y medio entre Cartagena y Albacete, periplo en el que fue operado de una hernia discal lumbar, no era fruto de la casualidad.