El arzobispo de Valladolid carga contra "las ideologías radicales de género"

El arzobispo de Valladolid, Luis Arg�ello, proclama el Serm�n de la Siete Palabras. / Miriam Chac�n

Valladolid
Ante una Plaza Mayor de Valladolid en la que no cabia un alfiler, el arzobispo de Valladolid, Luis Arguello, ha pronunciado el tradicional sermón de las siete palabras en el que ha cuestionado una sociedad "al mismo tiempo libertina y puritana en la que no cabe el perdón", en la que "aparecen los desajustes muchas veces en forma de odio y violencia", en un ambiente de "relatos marcados por el enfrentamiento" y "luchas de poder que debilitan el orden institucional vigente y lo hacen cada vez más débil ante los enormes poderes económicos".
Argüello ha cargado contra las "ideologías radicales de género" que son "clave" en un proceso de "destrucción" y "deconstrucción" de la persona, a través de expresiones de "sexo y género fluido": "El cuerpo tiene que dejar de ser referencia o límite en propuestas ideológicas que han llegado a los parlamentos para convertirse en nuevas y exigentes normas" con "propuestas asfixiantes que quieren regular todos los aspectos de la vida y la conciencia".
También ha criticado el concepto de "empoderamiento" que observa en la "cultura dominante", que en el contexto actual "acentúa una lógica de enfrentamiento" porque "el otro siempre aparece como potencial amenaza o rival para desarrollar el poder reivindicado y nunca plenamente otorgado", frente a lo que ha propuesto una apuesta por la "promoción" y la ayuda entre unos y otros.
Además se refirió a los riesgos del ‘neolenguaje’ y lamentó que “las palabras, en redes y pantallas, dejan de ser representación de la realidad, para convertirse en instrumento de la voluntad de poder o de lo políticamente correcto”. Durante su ‘Sermón de las siete palabras’, recalcó que “el deterioro del valor de la palabra nace de una amenaza contra la esencia del hombre”, e invitó a los asistentes a asumir su dependencia de “una ley”, en alusión a “la ley de la palabra”, que “está por encima de nosotros”.
“Hemos de dejar que las Siete Palabras purifiquen las nuestras y sean ofrecidas en rescate de otras a las que tantas veces se ha robado su significado. Así podremos intercambiar nuestras palabras en la casa, en la calle o en el ágora, en un ejercicio de diálogo genuinamente político, es decir, con capacidad para recomponer las diferencias particulares por el bien común de la polis. Cuando esto no ocurre, el hogar familiar, la vida ciudadana y el ágora económico, cultural y político, se transforman en un frenético ruido o en drama de adolescentes”, expuso antes de detenerse en el significado de cada uno de esos vocablos proferidos en los evangelios.
En su opinión, “nihilismo y panteísmo dictan muchos de los comportamientos actuales”, ya que “conforman la mentalidad común generalizada, incluso en el interior de las comunidades cristianas”. Según apuntó en declaraciones recogidas por Ical, ambas corrientes “destruyen al hombre como persona y le quieren reducir a individuo desvinculado o a miembro anónimo y sin rostro de una identidad utilizada ideológicamente por el poder”.
“El indigenismo, los nacionalismos, las corrientes identitarias, étnicas o de orientación sexual o cualquier otra expresión del pensamiento ‘woke’ mezclan reivindicaciones legítimas con propuestas emotivistas y de deconstrucción antropológica e histórica para construir relatos marcados por el enfrentamiento y luchas de poder que debilitan el orden institucional vigente y lo hacen cada vez más débil ante los enormes poderes económicos”, reflexionó.
En este ambiente “estalla”, sobre todo en los jóvenes, “el conflicto entre el deseo de felicidad y la competición social en un campo de juego económico y cultural que excita el deseo, pero que no logra satisfacerlo”, algo que, a su juicio, “provoca que se busquen adicciones consoladoras y numerosos disfraces culturales, tanto en la política como en el arte, en la economía o en la religión”.




