Vivienda, otro síntoma del mismo mal pero una oportunidad

Palencia

Buenos días, por fin, se está tramitando la Ley de Vivienda, la primera en democracia, una norma que, básicamente, consiste en fijar incrementos máximos a los alquileres en las llamadas zonas tensionadas y sólo a los propietarios de cinco o más viviendas y, lo que para mí es más importante, en apostar de una puñetera vez por la construcción de vivienda pública de alquiler, 183.000 en los próximos años.

Ha faltado atacar el despelote de los alquileres turísticos, coto de una economía semisumergida, que nos birla empleos, salarios, cotizaciones sociales e impuestos, además de retirar viviendas del mercado de alquiler tensionando, así, más los precios.

Tenemos un modelo urbanístico que nunca ha tenido como objetivo el acceso a la vivienda, sino la creación de un mercado inmobiliario generador de plusvalías. Un modelo basado en el suelo como mercancía, en la especulación con el precio, en el desvío de dinero público al sector privado y en la compra como objetivo final, convirtiendo las propiedades inmobiliarias en la principal vía de transferencia de riqueza entre generaciones.

La vivienda se ha convertido en producto de distinción, consolidando un urbanismo como recurso para la segregación social, adquiriendo la casa unifamiliar un valor simbólico para esa clase media que no lo es, pero aspira a serlo y tiene que demostrarlo, aunque sea a costa de ir a las afueras sin servicios públicos ni privados.

Nuestra capital, ni es zona tensionada, ni de grandes tenedores de viviendas, puesto que el 89,6% de los propietarios, según el Catastro, tiene menos de cinco viviendas. Aquí la vivienda es un síntoma más de nuestra enfermedad: cada vez somos menos, más viejos y más solos.

No es casual que el SAREB sólo tenga 35 viviendas en la ciudad, a la cola de Castilla y León y del país. Abundan las viviendas vacías. Según el último censo disponible, el de 2011, el 16% de las viviendas estaban vacías; de las 126 ciudades de más de 50.000 habitantes, somos el número 16 con más viviendas vacías. En junio se publica el Censo de 2021, solo cabe esperar un fuerte incremento de viviendas vacías que acompañe al desplome poblacional de los últimos 12 años.

Si tenemos muchas casas vacías, si baja la población año a año, el precio de la vivienda ha de seguir el mismo camino: desde 2009 la vivienda en venta se ha desvalorizado, dependiendo a que portal inmobiliario se acuda, entre un 26% y un 30%. La inercia que ha gobernado esta ciudad nos ha empobrecido, así, a todos.

Pero este desplome del valor de la vivienda, puede ser una oportunidad para atraer vecinos. A hora y veinte minutos en tren de Alta Velocidad, en Madrid, se paga, dependiendo de los barrios, entre 4 y 7 veces más el metro cuadrado. Si el teletrabajo avanza rápido en muchas ocupaciones, si la semana de cuatro días está más cerca que tarde, si se va a poder dormir en casa, al menos cuatro días a la semana, si es posible tener en alquiler o en propiedad una casa por la cuarta parte de precio, si todos convenimos que aquí se vive muy bien y barato ¿por qué no nos ponemos a vendernos? Lo del turismo está bien, pero es para un día, y casi siempre, sin su noche.

Sin duda, habrá que invertir dineros municipales en rejuvenecer nuestro parque de viviendas. La Ley marca el camino: los municipios , si quieren, pueden subir el IBI de las viviendas vacías. Claro que esto exige más compromiso y más iniciativa que tirar unos centenares de miles de euros anuales subvencionando nacimientos de niños que se iban a producir igual, ni uno más ni uno menos, los mismos. Es una oportunidad, seis partidos a la búsqueda de sillones, quedamos a la espera.