Todo es política
La firma de Rosa Alcubilla
19 Mayo - Columna Rosa
03:33
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Aranda de Duero
Estamos ya en plena vorágine electoral. ¿Qué sentimos hacia la política? ¿Hartazgo, desencanto, indiferencia y apatía? ¿O ilusión, esperanza y ganas de cambio? Poca gente lee los programas electorales antes de votar. Me temo que ni siquiera ojeamos el programa del partido político con el que simpatizamos. No dedicamos tiempo a verlos y analizarlos. Será que ya no nos creemos las promesas y propuestas que nos intentan vender los políticos, o que votamos por inercia y tradición al que suponemos nuestro partido, ponga lo que ponga en su programa. ¿Somos una sociedad de ideas fijas y con espacios políticos poco flexibles? Me da la impresión que sólo se descargan los programas electorales de internet los politólogos, periodistas y curiosos.
Lo que llega a nuestras casas y encontramos en mítines o actos en la calle es un microprograma con los principales objetivos: economía, políticas sociales y educativas, juventud, sanidad, ecología y empleo. A lo mejor es hora de cambiar las tácticas electorales con un marketing más cercano, realizar vídeos cortos y directos, amenos y claros. O salir más a la calle y escuchar las demandas ciudadanas. Las estrategias de marketing habría que renovarlas y hacerlas más atractivas. Me imagino que la inteligencia artificial revolucionará las campañas electorales antes de lo que pensamos.
Aunque no leamos ni los programas ni los dípticos, sí podemos reflexionar sobre el trabajo que han realizado estos últimos cuatro años los que han gobernado nuestro municipio. Podemos verificar si consiguieron lo que prometieron, si han realizado mejoras, o si han tenido excusas y olvidos. En definitiva, si cumplieron su promesas o sólo ha habido buenas intenciones. Este análisis nos puede ser muy útil antes de decidir a quién votar. A partir de esa valoración, podemos ver con qué proyecto nos identificamos más y nos representa mejor. Y quién se compromete, con mayor credibilidad, a tener barrios limpios, transitables y con espacios verdes, comercio local activo y diverso, centros de salud con especialistas, empresas creando riqueza y puestos de trabajo, juventud sana y participativa, centros educativos seguros y saludables, y transporte público eficaz.
Todo es política, decía Thomas Mann en la novela La montaña mágica. Todo es política, tanto lo que decimos como lo que hacemos. Y no sirve escudarse en el manido y tópico discurso de que todos los políticos son iguales y roban. Todo es política, mal que nos pese. Ni los que se refugian en el “yo soy apolítico” pueden alejarse de la política. Es imposible permanecer ajeno a la política. Todo lo que nos afecta en nuestro día a día es resultado de decisiones políticas, desde lo que pagamos al comprar la barra de pan, o la entrada para el cine, o lo que recibimos en un despido indebido, incluso la regulación del precio del gas en los meses invernales.
Cuidado con las promesas fáciles. No nos queda otra que pararnos a pensar y con sentido crítico evaluar con qué proyecto político nos identificamos más. Incluso comprobar que no hay opción que nos represente. Protestando en el bar o en las tertulias a pie de calle no se consigue nada. La participación ciudadana es importante, y votar es una manera de ejercer ese derecho que no fue nada fácil conseguir, en especial para las mujeres. Ya quisieran las mujeres de Afganistán tener la oportunidad de votar.