Opinión

Y Palencia sonó

La Firma de Eva Calleja

"Y Palencia sonó", la Firma de Eva Calleja

Palencia

Palencia sonó y mucho este fin de semana que para muchas personas será un gran recuerdo en las memorias y en los cuerpos. El mío aún se está recuperando de las horas y horas bailando.

El Palencia Sonora, ese que muchas y muchos consideramos ya nuestro “festi”, el de casa, ese del que presumimos cuando salimos por ahí, por fuera de nuestra ciudad, ha colgado el cartel de “hasta el próximo año” con un balance claramente positivo y exitoso. Y me alegro, me alegro sobremanera.

Veinte años de andadura han servido para colocarlo en el mapa como una de las citas con la música en directo de cada año. Me consta que son muchas las personas que adquieren su abono incluso antes de conocer el cartel y eso dice muchas cosas buenas sobre él.

Veinte años en los que ha acumulado un buen número de nominaciones para premios como uno de los festivales de mediano formato más importantes del territorio nacional. Qué importante que se hable de nosotros por razones como estas. Qué importante. Algo a tener en cuenta y no solo a valorar sino también a cuidar.

Música, sí claro, es su razón de ser, su razón de existir, pero el Palencia Sonora es algo más que eso. Palencia Sonora, al menos para mí, ha sido, de nuevo, lugar de reencuentro, lugar de charla, lugar de ponerse al día con gente que hacía mucho tiempo que no veía y con otra que me encuentro de manera más habitual pero a la carrera, casi sin posibilidad de ponernos al día de nuestras cosas.

Y algo que me encantó, más allá de algunos de los conciertos y de ver a algunas personas de nuestra ciudad “pinchando” (qué grandes mis Champú Girls) fue el ver a parejas amigas acompañadas, por primera vez, de sus hijas e hijos y compartiendo una de esas experiencias que crean lazos desde lo lúdico.

Y era un auténtico gustazo ver durante estos días, desde el jueves y hasta el domingo, la ciudad llena de gente de todas las edades, de todos los lugares de España. Gente disfrutando de esta capital nuestra por la que muchos seguimos apostando cada día porque seguimos creyendo en su futuro aunque a veces los “nubarrones” no nos dejen ver el sol, igual que en algunos ratos del festival. Y si fuimos capaces de tirar de chubasquero o paraguas en los ratos de agua del festival espero que también seamos capaces de tirar de ingenio y buen hacer para dibujar el camino de futuro de nuestra tierra.

Vamos a por el siguiente. De momento la pulsera de colores de este año sigue luciendo en mi muñeca. Me da buen rollo. Así que la dejaré ahí unas cuantas semanas porque cada vez que la veo algunas de las cosas chulas vividas vuelven a mi cabeza.

Ayer lunes de vuelta al trabajo, piernas cansadas pero “la pila” cargada hasta arriba.