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Una gran Serendipia en Aranda de Duero

Adolfo y su hermana Mercedes dieron vida a una panadería completamente artesanal que se ha convertido en toda una referencia de la capital ribereña

Una gran Serendipia en Aranda de Duero

Aranda de Duero

Puede que sea un oficio sacrificado porque toca madrugar -a las 2.30 horas suena el despertador-, pero el producto tras tantas horas de trabajo y cariño bien merece un reconocimiento como este. Porque, ¿qué sería de nosotros sin pan? O mejor dicho, sin buen pan. Eso es lo que hacen cada día Adolfo y su hermana Mercedes, mano a mano, en Panadería Serendipia y desde hace siete años, cuando precisamente surgió "una serendipia" por la que montaron este negocio. "Hace siete años lo creamos por casualidad; pensábamos ponerlo en otro lado, y acabamos en un lugar céntrico para dar a Aranda la oportunidad de tener otro tipo de pan", cuenta él, que fue panadero hace muchos años, entre otras ocupaciones. "Decidí volver a las raíces para hacer un pan natural, sin aditivos, como el que podía hacerse hace 20 ó 80 años", explica.

Aunque Adolfo lamenta que "los pequeños estamos abocados a desaparecer ante las grandes superficies" -y frente a su puerta tiene una- valora que muchos clientes decidan diariamente comprar su producto. "Aprecian la calidad y vienen aquí por el pan. Tiene masa madre, harina, sal, agua y una pizca de levadura. Y no tiene los conservantes y demás de otros lugares. Solo amasamos con máquina, lo demás lo hacemos nosotros artesanalmente. Y tenemos gente mayor que viene cada día, pero también niños y por tanto padres que quieren el colín que hacemos", añade, explicando su amplia variedad de pan, que va desde integral de grano entero con semillas y sin semillas, pan de centeno, pan blanco -barras, barras de aceite o candeal en diversos tipos- bolas, pan casero -con larga fermentación y a la antigua- hasta pan de gala, tortas de aceite, o ecológico.

Pan de centeno de Serendipia

Pan de centeno de Serendipia / cadena ser

Un trabajo duro, pero agradecido

Adolfo y Mercedes son hermanos y compañeros de trabajo. Pasan muchas horas juntos. "Nos llevamos muy bien, y es necesario, porque este es un oficio esclavo. Hacemos 13 horas diarias. No queda otra. Para trabajar en artesanía y ver la transformación que hace el pan te tiene que gustar. Y nunca nos sale igual, porque ningún día las condiciones son las mismas, y todo eso influye. Todo eso tiene su parte bonita. Y pienso que lo valora la gente. Porque cerramos ocho días por vacaciones y la gente encargó para guardar, y nos han dicho que nos han echado de menos y que o comen nuestro pan o no comen, y siempre buscamos la honestidad", asevera, comentando que quien aprecia el producto que hacen en Serendipia "no le importa pagar 1,10 euros por los 60 céntimos del supermercado, que es verdad que es barato nuestro precio para lo que hacemos, pero es que no queda otra".

Tortas de chicharrón

Tortas de chicharrón / cadena ser

Otras creaciones

Además de ese exitoso producto, en Serendipia también crean pastas (vainilla, jengibre chocolate y naranja, aceite de oliva y azúcar de caña, o almendra y canela), tortas de chicharrón, bizcochos variados, o incluso tartas por encargo, de manzana, queso o selva negra. Todo muy artesanal, "y con recetas muy antiguas". El 'esfuerzo' de andar 150 metros desde el centro -la panadería se halla en la esquina de Carrequemada con Hospicio´- bien merece la pena.

Pan de centeno de Serendipia

Pan de centeno de Serendipia / cadena ser

El futuro

Adolfo ve "negro" el futuro del sector, dado que cada año "cierran unas 100-200 panaderías". "La gente no es tonta, y busca comodidad, y esto no es un trabajo cómodo, aunque tampoco matador. De todas formas yo no aguantaría en una Michelin tampoco; aquí aunque tengas una rutina el trabajo es diferente, y da para vivir... Pero los grandes nos comen la partida. Nosotros porque somos los dos de casa, y tenemos una clientela que es una pasada. Pero esa es la realidad", cuenta el maestro artesano, que cuando se jubile aún no sabe lo que hará con su negocio, aunque sí tiene claro que "me jodería" cerrar lo que tanto le ha costado abrir. "Me gustaría que Serendipia tuviera una segunda vida, porque se puede vivir de ello. Cambia el día a día, pero no la vida, y también la gente lo agradece", comenta.

Con entusiasmo, ganas de conservar y preservar, y productos de cercanía y calidad, Panadería Serendipia es una realidad. Ya van siete años de esfuerzo para dar a Aranda el mejor pan. El tradicional. Sin aditivos, ni añadidos. Y con cariño, que es sin embargo el producto más diferenciador que tiene esta panadería frente a una gran superficie. Y ojalá que sea por muchos años.

La entrevista al completo puede reproducirse en el audio superior.

Jorge Alvarado

Periodista. Responsable Digital de la SER en...