La historia de la Virgen de las Viñas: apariciones, milagros y fervor
Conocemos más de cerca a la patrona de la ciudad desde el ámbito del pasado y la historia en compañía de Máximo López Vilaboa
La historia de la Virgen de las Viñas: apariciones, milagros y fervor
18:27
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1694433672525/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Aranda de Duero
En unas fechas tan especiales como las que atravesamos, en plena época de fiesta, muchas veces no nos paramos a pensar en el origen de todo. Y el origen de las fiestas de Aranda, se rige a través de su patrona, la Virgen de las Viñas. ¿Cuál es la historia que se esconde detrás de su imagen? De ella hemos charlado precisamente este viernes en nuestro tiempo de Hoy por Hoy, con Máximo López Vilaboa.
Celebración
El día de la Virgen de las Viñas se celebra el primer domingo después del 8 de septiembre. Por eso este año se celebra el 10 de septiembre, al ser el 8 de septiembre el pasado viernes. En dicho día se celebra el Nacimiento de la Virgen María, una de las fiestas marianas más celebradas en nuestra geografía nacional, después del 15 de agosto, el día de la Asunción. Sobre la Virgen de las Viñas, debemos decir que nos encontramos ante una de las advocaciones marianas de más antigua tradición en Castilla.
Hunde sus raíces más remotas en un monasterio benedictino levantado junto a la Peña de Lara a finales del siglo VII, eran los últimos momentos de la España visigoda, justo antes de la invasión musulmana. El convento tenía por nombre el de Santa María de Lara. En el año 718, a raíz de la invasión musulmana, el monasterio es destruido y las monjas son martirizadas. Al frente de las mismas estaba su abadesa, Doña Munia. Por eso una de las calles que hay junto al Paseo de la Virgen de las Viñas lleva el nombre de Doña Munia, como recuerdo de tantos mártires anónimos de los que no conocemos su nombre pero sí el de esta mujer que encabezó el grupo de cristianos que defendieron su fe frente a los que bajo amenazas de muerte les querían obligar a convertirse al Islam.
Parte de este monasterio aún sigue en pie en Quintanilla de las Viñas, siendo actualmente uno de los ejemplos más completos de arte visigótico español. Los motivos de hojas de parra y de racimos que hay en la fachada de esta iglesia visigoda son un buen testimonio del origen antiquísimo de esta advocación mariana. Cuentan las crónicas que, después de este primer martirio, el monasterio fue reconstruido pero volvieron a ser martirizadas otras 41 monjas poco tiempo después.
Aparición
Pasaron los años y la imagen de la Virgen de las Viñas permaneció oculta en ese monte cercano al río Duero. La historia de los mártires del Costaján parecía haberse olvidado. El Valle del Duero se había ido pacificando y se fueron repoblando las tierras fronterizas que hasta ese momento eran tan peligrosas. Muy cerca de ese monte sagrado, a las orillas del Duero, va creciendo en población y extensión el pueblo de Aranda. No sabemos con seguridad pero puede ser que fuera en el siglo XII cuando un labrador arandino estaba cuidando de sus viñas del Monte Costaján y se le apareció la Virgen María para mostrarle el lugar donde estaba oculta su imagen. Le pidió que se volviera a dar culto a esta imagen y que informase a las autoridades civiles y eclesiásticas para que construyeran en ese mismo lugar una ermita.
El labrador bajó a Aranda con la noticia pero nadie le creyó. Volvió a sus viñedos para narrar la incredulidad de sus paisanos a la Virgen María y ésta le entregó como prueba de lo narrado dos racimos maduros, pese a que todavía no era tiempo para que estuvieran así. El labrador regresó a Aranda con los racimos y entonces las autoridades le creyeron y subieron al Monte Costaján para ver la cepa de donde habían salido esos tempranos frutos maduros. En un clima general de fe y devoción mariana fue desenterrada la imagen en el viñedo, en el mismo lugar donde había sido escondida siglos atrás. Era también el símbolo de que la fe cristiana había triunfado en esas tierras de Castilla, que había estado oculta y enterrada, pero que el sacrificio de Doña Munia y sus compañeros mártires había merecido la pena.
La Virgen parecía premiar con su presencia a todas aquellas generaciones de cristianos que habían resistido firmes en la fe y, desde la esperanza, de que las viejas tierras hispanas volverían a ser cristianas. La talla de la Virgen se bajó provisionalmente al templo parroquial mientras se construía una ermita digna del hecho milagroso que se había producido en ese mismo lugar. Desde ese mismo momento se comenzó a dar culto a esta imagen que, desde entonces, se convirtió en mediadora, patrona y protectora de la villa de Aranda.
Ubicación privilegiada
La situación de la ermita junto al Camino Real hace que sea muy conocida por todos los que pasan por esta vía y que sea parada obligada para viajeros de muy diversa condición. Aunque pueda sorprendernos no será hasta 1843 cuando se aborda el proyecto para realizar un nuevo trazado que abarcaría la avenida de San Francisco, desde el Arco Isilla, incluyendo la cuesta de la Virgen de las Viñas, además hubo que construir el puente de San Francisco.
Hasta entonces el Camino Real que comunicaba Madrid con el norte de España discurría por lo que ahora es el paseo de la Virgen de las Viñas. De ahí el trazado alargado que tiene este parque. Así los viajeros podían refrescarse en la fuente de la Fuenteminaya y en la de la Virgen de las Viñas. También pasaban junto al Humilladero, una construcción muy típica al pie de los caminos principales. Serán numerosos los reyes de Castilla que paren en la ermita de la Virgen de las Viñas durante sus viajes, aprovechando para encomendar a la patrona de Aranda muchas de sus principales preocupaciones. Los prodigios acaecidos en torno a la Virgen de las Viñas hacen que su ermita sea cada vez más conocida y que se acometan importantes reformas en la misma gracias a las donaciones recibidas.
Según las crónicas han sido muchos los reyes que, a su paso por Aranda, no han dejado de visitar la ermita de la Virgen de las Viñas. La leyenda cuenta que el rey Juan I fue quien construyó la ermita, su nieto Juan II la visitaría en distintas ocasiones haciendo grandes donaciones. Los Reyes Católicos favorecieron el santuario, otorgándole el privilegio de juro perpetuo, el 30 de abril de 1494. También fue visitado por Carlos V, Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Carlos II y Felipe V. Durante el verano de 1610 los reyes Felipe III y Margarita de Austria permanecieron varios meses en Aranda a raíz de la grave enfermedad del príncipe, el futuro Felipe IV. Durante la enfermedad, estando el príncipe con su madre en una casa en la plaza Mayor de Aranda, bajaron los arandinos con la imagen de la Virgen de las Viñas y debajo de la ventana rezaron por la pronta recuperación del príncipe de Asturias. No sabemos en qué medida pudieron influir estos ruegos en la evolución del niño, que entonces tenía 5 años, pero lo que sabemos es que la reina quedó impresionada por la firme fe de los arandinos. Por eso cuando los reyes retornaron a Madrid ordenaron entregar una importante limosna para mejoras en la ermita y encargaron la confección de un rico vestido para la patrona de Aranda. Sabían que, a través de la Virgen de las Viñas, era la mejor forma de agradecer el cariño demostrado por los arandinos durante los más de 5 meses de convalecencia. Este traje, cuatro siglos después, sigue siendo el que luce la Virgen en su carroza durante la procesión de las fiestas patronales.
Milagros
Los milagros realizados por intercesión de la Virgen de las Viñas han sido numerosos a lo largo de la Historia y han sido recopilados en numerosos escritos históricos y devocionales: un soldado arandino liberado tras haber estado cautivo en Inglaterra tras la derrota de la Armada Invencible, la extinción del cólera en Aranda, la curación de un tumor, la resurrección de un burgalés que volvía a su tierra natal desde Toledo y que había parado la comitiva fúnebre en la ermita, numerosas lluvias milagrosas tras prologadas sequías, la ayuda a una mujer durante un parto muy complicado, la curación instantánea de las dos piernas de un niño que habían sido fracturadas por las ruedas de un carro, una multitud que sale ilesa tras el hundimiento de un arco de la muralla cuando está pasando la procesión, la recuperación de la vista de un arandino que se encontraba en Francia durante la I Guerra Mundial…
Todos éstos son prodigios que mueven la piedad popular pero seguramente el mayor milagro obrado por la Virgen de las Viñas es haber logrado que su devoción haya permanecido inalterable durante siglos de manera ininterrumpida, que Aranda no se entienda del todo si no se comprende lo que es la devoción a la Virgen de las Viñas, que tantas personas hayan mirado a la patrona de Aranda en los momentos más decisivos de sus vidas generación tras generación y también que la Virgen de las Viñas siga estando presente en los acontecimientos más importantes de la Villa. Éste es, sin lugar a dudas, el mayor milagro obrado por la Virgen de las Viñas durante todos estos siglos. También es un milagro ver un pueblo unido en torno a su patrona, tal como sucedió hace medio siglo, el 26 de agosto de 1964, se declaró un incendio en la ermita y los arandinos consiguieron sofocar el incendio. Después de este milagro de colaboración en torno a un siniestro vino ese otro milagro de generosidad para reconstruir la ermita y lograr recuperar el esplendor perdido, algo que se va a ver muy bien en Aranda durante estos días de fiesta en torno a la Virgen de las Viñas.
La charla puede reproducirse ampliamente en el audio superior.