Ralarsa: Quien cambia la luna en Aranda

Aranda de Duero

Acostumbrados a circular por carreteras con un firme desastroso -pasa hasta con la N-122- o que se comprometen en invierno por las inclemencias meteorológicas, hay partes de un vehículo muy relevantes que pueden quedar afectadas, como es el caso de la luna. Una china o un pequeño golpe en ella, además de una raja en el cristal o un 'punto', puede generarnos un severo problema de seguridad, dado que pierde sus prestaciones. Es de lo que nos advierte Óscar, de Ralarsa Aranda, que lleva desde febrero del 2018 cambiando lunas. "Los parabrisas son uno de los sistemas de seguridad activo más importante del vehículo. En caso de vuelco soportan la presión para que no se rompa o deforme el techo, y si la luna está deteriorada eso lo pierdes. Es decir, si la luna está rota no te va a entrar agua, no te va a hacer ruido… Pero si lo está, te puede generar mala visión y puedes tener un accidente", asevera, recordando que "en el 90% de los casos los seguros cubren el cambio de lunas, porque suele contratarse".

¿Por qué se rompe una luna?

"Las principales causas de roturas de luna, sobre todo la delantera, tiene que ver con piedras, tornillos, o elementos que están sobre la carretera. Cualquier objeto que salte o haga golpecito tiene peligro, porque a partir de ahí se te raja el cristal", comenta el responsable de Ralarsa, explicando que antes de llegar a la rotura, cuando acaba de sumarse un impacto, hay diferentes tipos, pero se puede actuar sobre él para impedir que el problema vaya a más. "Si se pilla a tiempo inyectamos una resina que evita sustituir la luna y el perjuicio que genera, en tiempo, dinero, y contaminación", detalla. "El cambio de lunas tiene su mecanismo porque hay que desmontar bastantes cosas y lleva su tiempo dependiendo del coche, porque en algunos no hay que desmontar nada, y otros puedes estar dos horas, porque los modernos que vienen ahora tienen cámaras y sensores y tienes que calibrarlos", añade.

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A pesar de que los coches hayan evolucionado, las lunas siguen manteniendo su misma identidad. "Son prácticamente iguales, tienen todos unas características y calidades, y lo que ha cambiado es lo que llevan los coches, que sí ha variado mucho", dice, reconociendo entre risas que por defecto profesional "miramos cuando estamos fuera del taller en nuestro tiempo libre cada luna mirando si está bien o no". Además, el número de veces que un vehículo cambia de lunas a lo largo de su vida útil es muy relativo. "Depende de los kilómetros que se hagan. En una media de 20-25 años, a lo mejor puede cambiarse dos o tres veces. Tiene que ver con la carretera y la época del año", comenta.

El tintado: prohibiciones y ventajas

Además de cambiar lunas, Ralarsa se encarga también de su tintado. Eso sí, de las que están permitidas. Porque tanto la delantera como los cristales de piloto y copiloto no pueden tener esta aplicación. El tintado se busca en ocasiones por privacidad, pero también por comodidad. "Es una lámina que quita calor, rayos uva, da una temperatura mejor en los viajes, no molesta el sol a los niños... Tiene una garantía de montaje de por vida por parte nuestra, y los fabricantes tienen también garantías de color y prestaciones durante años", especifica Óscar.

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De cara al futuro y pese a la competencia, Ralarsa seguirá creciendo "simplemente a base de trabajo y confianza". Dos máximas que siempre se cumplen en este lugar... tan transparente.

La charla puede reproducirse en el audio superior.