Opinión

Darse a los demás

La firma de Rosa Alcubilla

"Darse a los demás" columna de Rosa Alcubilla en Hoy por Hoy edición Ribera

Aranda de Duero

Vivimos inmersos en una cultura individualista que nos lleva al aislamiento y a buscar nuestro propio confort. El egocentrismo manda: primero yo, luego yo y después yo. La sociedad nos incita sutilmente a ese egoísmo, propagando solo el autocuidado y la autoayuda, dejando para el final, o para nunca, al prójimo. ¿Dónde queda la solidaridad en un mundo individualista? ¿Es inevitable priorizar exclusivamente nuestros intereses, nuestro bienestar y nuestras necesidades? ¿Hay forma de salirse de esa competitividad feroz, dónde creemos que sólo podemos actuar en beneficio propio?

Los expertos en Psicología Positiva y búsqueda de la felicidad insisten en que científicamente se ha demostrado que además de realizar ejercicio, tener higiene del sueño y conocer la importancia de dar gracias a la vida, es necesario para ser más felices socializar y tener presentes a los demás. Es fundamental tejer redes de pertenencia. Taquio, un misionero claretiano en Bolivia, natural de un pueblo de la Ribera, comentaba mientras oficiaba un funeral la semana pasada que a la otra vida no nos podemos llevar ni las tierras, ni los coches, ni la cuenta bancaria. Solo nos llevaremos lo que nos hayamos dado y entregado a los demás.

En las sociedades menos desarrolladas económicamente suele haber un mayor sentido comunitario y colaboración, y una predisposición más arraigada a darse y a compartir. Está claro que hay una relación entre el altruismo y la felicidad, pero algunas culturas nos aislamos cada vez más y nos centramos en nuestro exclusivo bienestar. Además las redes sociales, que no siempre socializan, pueden, si no hacemos de ellas un uso correcto, absorbernos y aislarnos más.

Modificar nuestros pensamientos de egocentrismo y cambiar nuestros comportamientos no es tarea fácil. Sin embargo, conocemos gente en nuestro entorno que dedica su tiempo de ocio al altruismo, a procurar el bien de manera desinteresada. Por ejemplo, los alcaldes y concejales del mundo rural, sin remuneración. También aquellas personas que participan en actividades sociales de todo tipo. O los colaboradores de asociaciones que dan talleres gratuitos entregándose con su esfuerzo y aumentando el bienestar de los socios. Hay muchos campos donde echar una mano. A lo mejor tenemos que parar la inercia del recibir sin dar, y pensar qué podemos aportar en nuestra comunidad, barrio, entorno, ciudad o país. Si conseguir ser felices siempre es una tarea complicada, al menos al darnos a los demás nos acompañará la alegría, que posiblemente sea más necesaria.