¿Quién es Wilbur?
La Firma de Leonor Ramos
"¿Quién es Wilbur?", la Firma de Leonor Ramos
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Palencia
¿Quién es Wilbur? Que levante la mano quien sepa quién es Wilbur… muchos, pocos… seguro que si le preguntan a los niños y más a aquellos niños que han visto este verano el Grand Prix, sí, ese concurso donde por muy poco gana la localidad norteña de Aguilar de Campo, saben perfectamente quién es ese señor con un nombre artístico un tanto peculiar, casi, casi como su atuendo y su forma de caminar. Si no saben quién es, mientras escuchan este comentario pueden buscarlo en don Google.
Quiero aclarar que una no se lleva comisión por esto ¿eh? Vamos, que si hablo bien yo de este buen señor, o mejor dicho chico, es porque quiero y porque me apetece y luego ustedes ya verán si lo buscan, si le van a ver un día actuar o yo que sé. Ahora, les hago una recomendación, yo que ustedes no me lo perdería.
Bueno a lo que voy, este pasado domingo y después de unas semanas con las entradas en mi bandeja de correo electrónico, llegó el día de ir a Teatro Ortega a ver a Wilbur, ese que al que le preguntan: Wilbur ¿un bañito? Y te dice… "siempre". Un teatro casi lleno de familias, esperando a que saliese ese señor con gafas oscuras, sus J’habier, yo he tenido esas zapatillas, sus mallas, su cinta en el pelo, y su peculiar y rara forma de caminar. Desde el minuto que salió, una no paró de sonreír y reír, que falta me hacía, y así yo creo que más de la mitad del teatro.
Entiendo que lo que hace Wilbur es lo que hacen muchos monologuistas, lo comparto, pero no sé, lo que yo el domingo vi sobre el escenario fue algo diferente. No sé, humildad, mucha mucha cercanía con el público, improvisación y sinceridad. Nos hizo a todos sentirnos muy a gusto con su espectáculo y eso que llevaba una escenografía más bien tirando a pobre, una naranja, una botella de agua, una silla, una bolsa del Mercadona... cosas muy sencillas. Lo mejor, cuando él mismo no se acordaba de su guion, lo mejor cuando él mismo no podía cantar porque se había pasado de dar vueltas y piruetas y la voz no le daba para mucho más.
En fin, un Wilbur auténtico, que el domingo hizo que las 600 personas que estábamos sentadas en las butacas alucinásemos con sus piruetas, con sus alitas, y con su forma de botella. El que haya ido a verle me entenderá.
Wilbur, cada vez que coma alitas me acordaré de ti. Teatro Ortega gracias por traer espectáculos que hacen que nos olvidemos por un momento de todos los problemas que nos rodean.