Bofetada de realidad y derrota 5-1 en Ipurúa
El Real Valladolid recibió un baño en la primera parte y tres goles en la segunda

El Pucela se da un baño de realidad en Ipurúa

Valladolid
Se esperaba mucho de un partido entre dos equipos en plena forma, pero el resultado final invita a la reflexión a unos y lanza a los otros. el Real Valladolid parece en estos momentos no llegar al mismo nivel que otros conjuntos como el Eibar, que por primera vez tuvo a toda su plantilla a disposición, y que en este encuentro en concreto parecía que jugaba a otra cosa y a otra velocidad. También es cierto que la baja de última hora de Kenedy y la de Luis Pérez durante el partido, además de la de Moro y Marcos André han dejado bastante tocada una plantilla que ya de por sí es corta.
Pero posibles excusas aparte lo cierto que el Real Valladolid sufrió un auténtico baño, táctico, técnico, de colocación y de velocidad durante la primera mitad, donde recibió dos goles que pudieron ser bastantes mas. Fallos colectivos, sin medio campo, fallos también individuales con John de nuevo como protagonista principal y una sensación entre la impotencia y el susto que hizo llegar al descanso con tantas dudas que no cabían en el vestuario. Mientras el Eibar hizo en esa primera mitad lo que lleva haciendo en los dos últimos meses, jugar a una velocidad de vértigo y demostrar que tiene plantilla para aspirar claramente a todo.
El inicio de la segunda parte pareció abrir una puerta al equipo de Pezzolano que como no podía ser de otra manera cambió de plan, volvió a los cuatro atrás y dio entrada a Cedric por un Gustavo Henrique muy desafortunado. Un buen remate de Sylla tras centro de Montiel ponía el 2-1 en el 48'. El Valladolid insistió y pudo firmar el empate en dos ocasiones, pero el Eibar despertó y volvió a dominar. A partir de ahí los blanquivioletas se difuminaron y llegaron tres goles más (Stoichkov, Qasmi y Rahmani) para sentenciar un partido con un claro vencedor, que sale muy reforzado, y un perdedor que suma dos lesionados y un resultado para por lo menos pasar por el rincón de pensar.




