Falta hambre
La firma de Jorge Bermejo

Aranda de Duero
Hace unas semanas, hablando con una amiga sobre la situación del mercado laboral me hizo un comentario, “falta hambre”, que fue el input para escribir esta columna de opinión. Una afirmación que se podría tachar de radical, pero que si nos fijamos en la realidad puede que no le falte razón. A tener en cuenta, ella no es empresaria, sino asalariada.
Vayamos al análisis del asunto: en España tomando como referencia los datos de 2022 hay una tasa de paro del 13%, con la escalofriante cifra del 29,5% en el caso de menores de 25 años. Esto quiere decir que mucha gente no tiene un empleo y que estamos lejos del pleno empleo. Entonces:
¿Por qué el comentario generalizado entre las empresas es que no se encuentra gente para trabajar?
¿Cómo es posible que se hagan procesos de selección y lo único que quede al termino de los mismos es llorar porque no hay manera de cubrir los puestos de trabajo?
¿Por qué multitud de empresas tienen un cuello de botella en su producción y no pueden crecer al ritmo que pudieran por falta de personal?
La respuesta no está clara, pero hay un detalle cierto, demasiadas personas no quieren trabajar. Por eso cobra sentido el comentario de mi amiga diciendo “falta hambre”.
Las empresas reciben muchos currículums orientados a puestos administrativos o de gestión. Pero muy pocos para trabajos de producción, y no precisamente por retribuciones bajas o malas condiciones. El problema radica en que los ciudadanos nos hemos vuelto comodones.
Estamos abocando al país a una situación muy compleja, no todo el mundo puede trabajar en una oficina de 8 a 14 h, se necesitan manos para producir todo tipo de productos o desarrollar oficios. Y en todos los casos se necesita esfuerzo. Este brutal desequilibrio nos puede aniquilar en el mundo global.
Pongo un ejemplo reciente, se lanza un proceso de selección. Se reciben 30 currículums, se hace una primera criba y se seleccionan diez personas, a los cuales se les contacta telefónicamente; de estos, a cinco se les cita para una entrevista de trabajo en persona; cuatro no se presentan, ni avisan de que no van a acudir, algo totalmente impresentable. Solo se presenta uno, y el que se presenta poniendo exigencias antes de demostrar nada, y queriendo que se modifiquen aspectos que marca el convenio. Con estos mimbres, puesto de trabajo no cubierto.
Que conste que el puesto es para personas sin ningún tipo de formación específica, con una retribución de más de 1.500 € desde el primer día, que se les formará en la propia empresa y se aporta un plan de carrera desde el primer día para saber cómo tener una retribución mayor cumpliendo los objetivos que se marcan y donde no se trabaja ni un solo fin de semana.
Lo dicho, no se trabaja porque no hay necesidad de trabajar, siempre hay alguien que a un joven o menos joven le echa la red para no dejarlo caer. Y eso hace una década no pasaba y no digamos hace 2 décadas…
Por lo tanto, ¿en qué está pensando alguien (que en algunos casos no ha dedicado ningún esfuerzo en formarse) cuando envía un currículum como respuesta a un proceso de selección?




