Mateo
La opinión de Juan Miguel Alonso (8/11/2023)
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León
En medio de la negrura de estos días , llenos de infamia, mentiras y muerte, es un bálsamo impagable el reconocimiento a Luis Mateo Díez con el premio Cervantes.
Mateo Diez es un narrador excepcional, un maestro de la palabra, y un creador mayúsculo , capaz de inventar un universo propio, al que bautizó con el nombre de Celama. Ese mundo, que es escenario y alma de una parte importante de su obra, es un trasunto del Páramo profundo y pobre que precedió al maná de los pantanos y el agua. Ese territorio mítico nace de la propia biografía del autor, cuyo padre , Don Florentino , sigue siendo aún un personaje venerado por su contribución decisiva a que el agua llegara y convirtiera el páramo yermo en el vergel fecundo y rico que es hoy.
La otra pata legionaria de Mateo es la oralidad, que descubrió en su infancia lacianiega, donde los filandones regaban de fantasmas y prodigios la imaginación del niño, y que vertebra toda su obra narrativa. La palabra capaz de construir , sin más ayuda ni aditamento, un universo propio.
Hace unos ocho años, le hicimos un homenaje en el instituto de Santa María del Páramo, a donde sorprendentemente nunca había sido invitado. Aquella mañana, acompañado de sus hermanos, se emocionó, nos emocionó a todos, grandes y chicos por su humanidad, por su sentido del humor escondido tras el disfraz de un gentleman cazurro y por una humildad que adorna siempre a los más grandes. Por todo eso, hoy muchos sentimos la alegría desbordante que trae siempre la justicia poética.