Opinión

La inocentada del 40 aniversario del Estatuto de Autonomía llega a su fin

La Firma de Javier Gómez Caloca

La inocentada del 40 aniversario del Estatuto de Autonomía llega a su fin

Palencia

Buenos días, finaliza un año que, tanto desde la Junta de Castilla y León como desde las Cortes Regionales, debería haber sido de celebración, con todos los castellanos y leoneses, por el aniversario de nuestra norma máxima, nuestro Estatuto de Autonomía. Ha cumplido 40 años, fue aprobado en febrero de 1983 y reformado a finales de 2007.

Dentro del precio a pagar a la extrema derecha por su apoyo parece que estaba el hacer de este año una humillación a nuestro Estatuto y a sus símbolos. Es vergonzoso tener que pensar que la Junta no lo haya celebrado porque Vox no les ha dejado.

El Presidente de las Cortes despachó cuarenta años de nuestra historia con un impresentable discurso de doce minutos, sin ninguna mención al Estado de las Autonomías, que odian, aunque, eso sí, vivan muy bien de su teta nutricia, sin usar la palabra Comunidad. También cambiaron el 23 de abril por el 25 de julio, en una maniobra tan chusca que hasta el Tribunal Superior la ha declarado nula de pleno derecho diciéndole textualmente al tan inútil como chulo Consejero de Industria que “la manera de resaltar los hechos de especial trascendencia en el orden cívico que se festeja el 23 de abril no es precisamente suprimiendo su traslado al lunes cuando cae en festivo”.

En estos 40 años, salvo en los cuatro primeros, ha sido la derecha quien ha dirigido esta Comunidad hasta las altas cotas demográficas, de ilusión y de futuro en las que nos encontramos. Es ironía. Pues bien, al acto de las Cortes sólo acudió el primer Presidente, Demetrio Madrid, el resto, todos del PP, Aznar, Posadas, Lucas, Herrera, ninguno.

El PP nunca se ha dedicado a gobernar Castilla y León, para ellos siempre ha sido, hemos sido, un mero instrumento para otras cosas. Cuando gobiernan el país, cumple entornar la cerviz y callar. Por ejemplo, asumiendo competencias ridículamente

financiadas, como las de sanidad o educación, que han lastrado nuestro futuro. Cuando en el Estado gobierna el PSOE, sólo o en coalición, la única acción diaria es envolverse en el victimismo, en exigir lo que no han pedido a los suyos y en hacer oposición, olvidando que hay un Presupuesto y una Comunidad que gestionar.

Por esta perversión política, tras cuatro décadas de autogobierno la Comunidad Autónoma más extensa de España y una de las regiones más extensas de la Unión Europea, sigue sin modelo territorial, sin una política propia contra la despoblación, o sin desarrollar los instrumentos estatutarios para eliminar las diferencias entre provincias.

Por directrices, ahora de Feijoo, mal gestionan los Fondos que vienen del Estado, ya sea de ayudas al alquiler de vivienda para jóvenes, o al autoconsumo eléctrico. ¿Osarán renunciar a una quita del 20% de nuestra deuda para no romper esa España que ni se rompió con las entregas fiscales de Aznar a Pujol ni se va a romper nunca?

Esta es nuestra triste historia, ocupados en mirar con envidia a comunidades y nacionalidades que hacen de sus símbolos la carta de presentación de sus reivindicaciones. Aquí ¿qué vamos a reivindicar, más allá de ser plañideras de pretendidos agravios comparativos, si el poder Ejecutivo y el Presidente de las Cortes humillan a nuestra Fiesta y a nuestro Estatuto?

Con estos bueyes nos toca labrar, amigas y amigos. Feliz 2024.