Los niños, los móviles y la prohibición en colegios
La firma de Jorge Bermejo

Aranda de Duero
En general no soy partidario de las prohibiciones, sino del camino más largo y complejo, la educación y constancia en aplicar buenas prácticas y valores.
Pero en el caso de la prohibición de los teléfonos móviles en los colegios, voy a estar de acuerdo en algo con este peculiar Gobierno que tenemos.
En el asunto del binomio niño/movil, no cargo ni un milímetro de culpa a profesores o colegios, la culpa la tienen sin ninguna excepción los padres, que nos hemos vuelto comodones y cortoplacistas para salir airosos en los momentos que los peques se ponen pesados y les soltamos el aparatito.
No hay excusa que valga de las muchas que oigo a mi alrededor por este conflictivo tema, “es que ve números y letras”, “no se engancha a juegos”, “ve cosas con las que aprende” etc…
El problema además de lo que vea, es el hábito que se genera con esa inmadurez con semejante computadora de inmenso poder. El mando a distancia de antaño es un juguete de risa al lado de un smartphone que no deja de ser un auténtico ordenador de bolsillo con conexión a internet.
Por desgracia hay que ver como padres, madres o abuelos dejan a sus hijos o nietos de cortísima edad el móvil a “calzón quitao”, sin ningún tipo de control parental, sabiendose contraseñas y permitiendo el manejo a su antojo.
Siempre es mejor el berrinche de no dejar el móvil al niño, que el conflicto de quitárselo, porque ahí ya se ha inoculado el vicio en un cerebro inmaduro, egoísta y que no entiende de límites.
Por lo tanto, colegios (y probablemente padres) ya necesitan una autoridad superior como el Estado que imponga la prohibición para no tener el conflicto del “niño raro” porque es el único del cole que no tiene móvil.
Admiro a esas parejas casi inexistentes, en las que padre y madre van al unísono, los tienen “bien puestos” y no dejan a su hijo el móvil en ningún momento, aunque le tachen de rarito. En el futuro ese niño probablemente se esfuerce mejor, tendrá más paciencia y valorará más las cosas, que es lo contrario a la sociedad de la inmediatez que estamos creando por estos malos hábitos.
Si por mi fuera, no solo prohibiría los móviles en los colegios a los niños, los prohibiría en todos los sitios, así los propios ciudadanos harían de policías afeando el comportamiento a los padres que se lo dejaran, como pasa en un bar cuando alguien hace el mínimo atisbo de encender un cigarro.
Con esto crearíamos una sociedad mejor.
Y recalco, no soy partidario de las prohibiciones, pero este asunto se va de las manos…




