La Villa Romana La Olmeda, motor de nuestro turismo
La Firma de Borja Barba

La Villa Romana La Olmeda, motor de nuestro turismo
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Palencia
Les voy a contar esta historia como tantas veces se la escuché contar a su protagonista: como una historia extraordinaria apoyada en una gran casualidad. Porque solo así, bajo el tupido manto de lo que ocurre sin explicación posible, se puede llegar a entender toda la batería de argucias que utiliza el pasado para hacerse patente en el presente.
Dicen que aquella tarde del 5 de julio de 1968 el calor apretaba fuerte en la Vega. A última hora de la tarde, un tractorista se afanaba en allanar una finca junto a la localidad de Pedrosa de la Vega para facilitar el riego, cuando el arado hizo tope con algo extrañamente firme. Estoy seguro de que, con esta breve introducción, muchos de ustedes ya habrán adivinado que mi intención en este miércoles de enero es la de trasladarles durante unos minutos a la Villa Romana La Olmeda.
El descubrimiento del yacimiento de la villa bajoimperial por parte de Javier Cortes es una de esas cosas impresionantes que ocurren en la vida de cuando en cuando y que resulta difícil de contar plasmando las emociones en algo tan vulgar como las palabras. Desde aquel primer encontronazo fortuito con el mosaico del ala oeste del peristilo, Javier no cesó de dar pasos en la dirección correcta, sobreponiéndose a todo tipo de dificultades administrativas gracias al apoyo del extraordinario grupo humano del que supo rodearse. Gente que conoció bien el crujido del polvo entre los dientes y su incómoda aspereza entre las manos después de una dura jornada de trabajo, comandados por un líder, Javier Cortes, que supo ejercer ese liderazgo como debe de ejercerse: en silencio y sin estridencias.
Javier no tuvo la suerte de encontrar la villa que yacía bajo los fértiles surcos de La Olmeda. Fue la villa la que tuvo la suerte de encontrarle a él. Fue el yacimiento el que volvió a la vida, dieciséis siglos después de muerto, con la inmensa fortuna de hacerlo de la mano de la persona más indicada. La persona que, gracias a una sensibilidad extraordinaria y cultivada durante toda su vida, a un amor puro y entregado por el patrimonio cultural y, por qué no señalarlo, a su altruismo y generosidad, supo navegar con éxito al mando de tan imponente legado arqueológico. Sin brújula ni sextante. Aprendiendo a pasos forzados y alentado por el motor de la ilusión, mientras clasificaba teselas, piezas de sigillata y trozos de vidrio en rudimentarias cajas de Farias y de quesitos La vaca que ríe. Apostando, de manera visionaria, por su potencial turístico. Y exhibiendo una firmeza de criterio admirable cuando, poniendo a su tierra por encima de quien hiciera
falta, hubo de rechazar la oferta de compra por el colosal mosaico del oecus que el director del Museo Arqueológico Nacional, Martín Almagro, presentó sobre la mesa del comedor de su casa en Saldaña. Corría el año 1969.
Celebro la noticia compartida desde la Diputación Provincial la pasada semana de que el yacimiento de Pedrosa de la Vega ha alcanzado en el pasado año 2023 la cifra de 44.551 visitantes, lo que supone un 11% más que el ejercicio anterior y un indicativo de que la recuperación postpandémica va por buen camino. Y lo celebro con entusiasmo por el éxito que supone para el equipo humano que hoy trabaja en la Villa Romana La Olmeda. Un equipo que es fiel y cuidadoso depositario del espíritu de Javier y que ha sabido construir y mantener el puente necesario para unir su historia, su increíble historia, con el presente.




