Las dos ciudades
La opinión de Angel Santiago Ramos (18/1/2024)
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León
Para paliar los efectos negativos de la pandemia en el sector de la hostelería -años 2020 y 2021- los ayuntamientos facilitaron duplicar los espacios destinados a terrazas. Dos años después la gran mayoría de los alcaldes aún no han abordado el regreso a la situación previa a la crisis.
De seguir esta dinámica una buena parte de los espacios públicos de la almendra urbana seguirá en manos privadas. Entre las asociaciones vecinales y los ciudadanos en general existe la convicción de que los partidos, gobernantes y oposición están cautivos de un colectivo que se ha convertido en un auténtico lobby político.
En la capital leonesa es notoria la ocupación masiva de terrazas en los lugares más emblemáticos: Plaza Mayor, San Marcelo, el Grano, Catedral y calles como Burgo Nuevo, Carnicerías o calle Ancha. El crecimiento de calles peatonales -siempre en la almendra urbana- favorecerá la expansión de más terrazas.
Las asociaciones vecinales quieren tener voz en un asunto que les compete de manera determinante: sus asociados viven, pasean y descansan en domicilios aledaños a esta turba de mesas, sillas, ruidos y usuarios del ocio.
Terrazas sí, pero es urgente que los ayuntamientos busquen proporcionalidad en este afán privatizador del suelo con mayor valor patrimonial. El suelo en el que más se invierte en mejoras estéticas e infraestructuras. Y un suelo del que se termina expulsando, vía encarecimiento de precios, a una buena parte de los vecinos de rentas más bajas.
La hostelería de los barrios, sin grandes plazas, sin una sola iniciativa peatonal tienen muy limitado el acceso a los beneficios económicos de una terraza. Para peor, la expansión peatonal en el centro de la ciudad expulsa el tráfico hacia esos barrios aledaños que empeoran en contaminación de ruidos y medioambiental.
Una mala política a la hora de planificar la ciudad genera desequilibrios y un reparto injusto en el acceso a los bienes públicos. Privatizar desmesuradamente el uso del suelo público no es la vía más recomendable. Crear ciudadanos de primera y de segunda, dependiendo de donde vivas, no es el mejor modelo para la convivencia. De momento, en nuestra ciudad, siguen perdiendo los mismos de siempre.
