Abogado, ilustrador y arandino de corazón

Aranda de Duero

Máximo López Vilaboa posee toda una enciclopedia de Aranda y la Ribera. Es un órgano consultivo a nivel histórico, que posee instantáneas, datos y piezas a modo de recuerdo de cada parte de la ciudad. Gracias a su archivo, puede reconstruirse el pasado de todo un territorio. Para alguien que ahonda en la memoria, la parada en este nuevo espacio de la SER que despoja a la persona del 'personaje' era una obligación. Y como siempre, junto a los versos y la fiel compañía de Ausencio Frutos, ha sido aún más fácil adentrarse en tanto recuerdo.

El pasado y su característica barba

"El sitio de mi recreo es Aranda. Me ha tocado estar en distintos lugares, pero siempre sale lo que uno siente, donde uno se siente bien. No soy objetivo para hablar de ella. Tampoco de Santa Catalina. Mi entorno de amigos se marchaban todos al pueblo en verano y venían contando esas historias. Y me decían, 'es que nosotros somos de Aranda', cuenta este ex alumno del Claret, antes de relatar el inicio de su carismática barba, que siempre le acompaña. "Yo me fui a hacer el camino de Santiago con el grupo juvenil de la parroquia, y nos dio tanto el sol que me dijeron 'no te afeites mejor', y hasta ahora", comenta.

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Un ilustrador que de bellas artes pasó a estudiar Derecho

Aseverando que "no sabemos lo que tenemos en nuestro entorno" por su cultura y patrimonio y que Aranda siempre fue "una ciudad abierta al mundo", precisamente se ha centrado en su pasión por el arte y la pintura. "Estuve a un tris de hacer la carrera de bellas artes", reconoce. "Me fui a hacer Derecho por justificar las cosas en casa; la vida te lleva por otros caminos, pero he seguido colaborando en iniciativas artísticas y aunque tenga los pinceles aparcados, no dejo de ser una persona inquieta por la creación artística. He hecho varias exposiciones y decoraciones, y era algo muy lucido porque era muy visitado", añade, si bien explica que donde más se siente a gusto "es con la gente", porque "detrás de cada cosa hay un artista" y "hay que ir hacia la humanización del arte".

Enseñanza y música

En su adolescencia Maxi fue revolucionario a nivel social de una forma natural. "Me marcaron mucho mis veranos del 92. Un grupo de personas vinculadas a Cáritas que hicimos un voluntariado informal, dando clase a chavales gitanos, y estuvimos todo el verano. Y ha sido uno de los mejores veranos, y no habrá nunca nada mejor. Ellos y nosotros tenemos un gran recuerdo, porque nos marcó mucho", define, antes de hablar de una de sus pasiones musicales, Los Beatles. "Las fronteras entre unas cosas y otras son difusas", dice, hablando de una exposición que realizó en aquel Café Postas sobre el grupo y John Lennon.

Vilaboa adora la letra impresa. Tanto en el periódico como el libro. También conversar. "Me gusta intercambiar experiencias. Nos hace sociales y eso es importantísimo. Hay veces que incluso de los artículos o investigaciones que hago me preguntan de dónde lo he sacado. Y es que alguien te abre una luz, tiras del hilo, y descubres más cosas", refleja, hablando poco de sueños, "porque todos los tenemos, pero yo me quedo con las pequeñas cosas". Por ejemplo, con algo tan simple, pero también tan difícil a la vez, como dialogar y compartir experiencias, vivencias, y recurerdos.

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La charla al completo puede reproducirse en el audio superior.