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Un bosque de cuentos en el Hoyuelo

Alumnos del CEIP El Tera y del CRA Alfoz de Toro replantan encinas y robles en las zonas quemadas del monte de Pumarejo y Melgar de Tera de la mano de La Culebra no se Calla

Un bosque de cuentos en el Hoyuelo

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La Asociación La Culebra no se Calla sigue con las plantaciones escolares en las zonas quemadas en el verano de 2022. Alumnos del CEIP El Tera y del CRA Alfoz de Toro han plantado 300 encinas y robles en el ayuntamiento de Melgar de Tera, en un monte que sufrió el primer fuego de la Sierra de la Culebra y después el de Losacio.

Los primeros escolares han llegado en dos autobuses, a las diez y cuarto de la mañana, aproximadamente. Hasta ese momento, las voluntarias de La Culebra no se Calla han estado sacando el material necesario y marcando con yeso los puntos en los que se van a plantar los robles y encinas que han traído para los alumnos del CEIP El Tera, al que acuden los niños de muchos de los pueblos que en 2022 vieron arder sus montes. Diana, voluntaria de la asociación, es de Pumarejo de Tera, y recibe a los niños preguntando por sus plantones, los que ellos mismos han hecho brotar en bricks. Hace un año plantaron bellotas que han hecho germinar y ahora las traen para ponerlas en su pequeño bosque. El lugar en el que han quedado está en el monte de Melgar y Pumarejo, entre dos carreteras, y por allí pasaron dos incendios. Sus efectos son evidentes alrededor. Del incendio, de su origen, también habla Verónica, otra de las voluntarias, con los niños antes de iniciar la plantación, recordando que aunque en este caso se atribuye a los rayos el inicio del fuego, muchas veces la basura que acumula el monte puede provocar incendios

Lo primero que han escuchado al llegar ha sido un cuento. En él, una niña como ellos vuelve a su pueblo tras el incendio y sufre junto a su familia la pena de perder su entorno. La historia sirve para preguntar a los niños por sus recuerdos de aquellos días. Algunos de ellos estaban fuera. Otros no, otros fueron desalojados de sus casas hasta en dos ocasiones, como los de Pumarejo y Melgar de Tera. Recuerdan la ceniza cayendo del cielo, las llamas y a la Guardia Civil desalojando los pueblos, pero también a los vecinos que se quedaron para colaborar en las labores de extinción o para refrescar el terreno cercano a las casas. Todos han visto como el monte que recordaban quedó convertido en ceniza. De esos recuerdos, de la actividad de reforestación que ya han realizado muchos colegios y en la que participarán aún más, surgirán nuevos bosques. Para la asociación La Culebra no se Calla esta actividad sirve para implicar a la población en la necesidad de conservar su entorno y ser protagonistas de su recuperación

Llega el momento de la verdad. Tras ver como se planta uno de sus árboles, los niños se van distribuyendo, buscando puntos blancos de yeso en los que empezar a cavar. Hacen un hueco lo suficientemente hondo, entierran su plantón y aplastan bien la tierra con los pies. Luego colocan un protector para impedir que la fauna se coma las pequeñas encinas y robles y un tutor para evitar que se mueva. A los más pequeños, de infantil, los van mezclando con los mayores o quedan al cargo de voluntarias o profesoras. Pero también se ponen manos a la obra con el que será su bosque. Para las profesoras que se han acercado con ellos, esta actividad permite que se cierre un círculo que se inició con unos incendios que provocaron en los niños una profunda tristeza.

Mientras, cada vez más protectores verdes ocupan el terreno elegido. Arropan a las pequeñas encinas y robles que van plantando los niños. No solo plantan uno, algunos van ya por el cuarto, pero hay que parar. Es la hora del almuerzo y además acaban de llegar otros tantos niños del colegio rural agrupado Alfoz de Toro. Aún quedan bandejas de encinas por plantar en una mañana que, aunque soleada, se está volviendo fría por culpa del viento. Enfrente de este lugar, donde se va a colocar un cartel realizado sobre el tronco de uno de los árboles que se quemaron en el fatídico 2022, el arroyo del Hoyuelo. Al fondo se puede ver el Muelo de Otero. Un poco a la izquierda, la Sierra de la Culebra, ya calva. Pero en este pico ya hay mucha vida plantada, el bosque de un montón de niños zamoranos.

 
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