Palencia en la Lista Roja

Palencia

Un buen día, Antonio Machado, pleno de patriotismo ácido, decidió que ya estaba bien de andarse con medias tintas y paños calientes. Agarró la plumilla con decisión y de su ingenio salieron disparados, con la peor de las intenciones, aquellos versos esculpidos ‘A orillas del Duero’: ‘Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora’. Un mandoble incontestable. Una saeta ensartando la beatería y el inmovilismo castellanos. Espabilad, chatos, que de la gloria del pasado no se vive.

Suelo lanzar sobre la mesa, de forma recurrente y con mayor frecuencia de la deseada, aquellos versos de Machado. No han perdido vigencia ni mordacidad más de un siglo después. Son carta ganadora en cualquier partida. Seguimos despreciando aquello que desconocemos porque es una manera de protegernos de nuestra propia ignorancia. De restar importancia a lo que no dominamos. O a aquello que damos ya por perdido. Pronunciar esa temible frase de ‘está todo controlado’ es la mejor manera de dejar claro que no tenemos ni idea de cómo van a salir las cosas ni de cómo debemos de afrontar lo que vaya surgiendo.

La asociación Hispania Nostra, entidad constituida para la defensa, protección y difusión del patrimonio cultural y natural de España, parece empeñada en sacar los colores a los palentinos. A fuerza de incluir en su Lista Roja, dedicada a aquellos bienes en riesgo de desaparición o destrucción, todo tipo de edificios y construcciones de carácter histórico, nuestra provincia aparece señalada como una de las que menos atenciones dedica a la salvaguarda de su patrimonio. No es cuestión de ponernos a enumerar la lista completa de castillos, ermitas o edificios singulares que aguardan el tiro de gracia, pero basta advertir que Palencia ostenta el muy dudoso honor de ser la provincia española con mayor número de elementos patrimoniales incluidos en la Lista Roja. Noventa, a fecha de hoy. De todo tipo y condición.

El Monasterio de San Salvador de Nogal de las Huertas, el torreón medieval de Villanueva de la Torre, la Harinera del Serrón, el Castillo de los Condes de Saldaña, … Y paro ya, porque estoy viendo que me caliento y no quiero amargarles a ustedes la mañana.

Algo no estamos haciendo bien cuando nuestra geografía es un muestrario de naufragios de nuestra propia historia. Una colección de pecios entregados al abandono y esperando a un rescate que nunca llega. Veo la protección y los esmerados cuidados que se prestan al patrimonio histórico en otras regiones mucho menos agraciadas que la nuestra y pienso en esa advertencia de William Munny al entrar, rifle en mano, en la taberna de Big Whiskey: quien quiera vivir, que salga de aquí.

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