Opinión

El orgullo cívico de ser palentino

La Firma de Borja Barba

El orgullo cívico de ser palentino

Palencia

Hace algunos años, un grupo de vecinos de la ciudad de Roma, hartos de ver como la suciedad, la dejadez y la degradación estaban imponiendo su ley en las calles de la ciudad, y ante la incapacidad de la administración para hacer frente al problema de manera efectiva, decidieron tomar cartas en el asunto. Fue así como nació la Fundación Retake Roma, un movimiento espontáneo, apolítico y sin ánimo de lucro cuyo objetivo pasaba por la promoción de la belleza de la ciudad y su regeneración, instando al orgullo cívico de todos sus habitantes mediante la limpieza de callejuelas y plazas, el borrado de pintadas o la restauración de mobiliario urbano. Acción y concienciación. Una tarea ardua, más aún tratándose de la ciudad de la que el cineasta Pier Paolo Pasolini llegó a afirmar que ‘la pobreza y la belleza son una sola cosa’. La cosa salió bien y el movimiento se fue extendiendo a otras ciudades italianas. Porque si algo tiene Italia es un sentido de la belleza, ya sea de las personas, de los coches, de los zapatos o de sus propias calles y monumentos, absolutamente insuperable.

Esta pequeña licencia romanista viene a raíz de la noticia de la adjudicación del servicio de limpieza urbana en la capital palentina a la UTE formada por FCC Medio Ambiente y Acciona, tras más de cuatro décadas de servicio por parte del anterior adjudicatario. Bajo el eslogan de ‘Palencia deslumbra’, está previsto que el nuevo contrato, que incluye nuevas barredoras y vehículos, arranque con un plan de choque de limpieza en los barrios con mayor necesidad de intervención inmediata. A priori, una excelente noticia que redundará, es de esperar, en una Palencia más limpia, más acogedora, más amable y de la que presumir con mayor entusiasmo.

Pero no les he traído hasta aquí para contarles lo que con toda seguridad ya hayan leído estos días en los medios locales. El de la reciente adjudicación del servicio de limpieza en Palencia me parece un escenario ideal para poner el dedo sobre la errónea concepción sobre los bienes públicos que parece haberse instalado en el ideario popular. Las conductas incívicas, además de una idiotez con balcones a la calle y vistas al mar, son propias de quien entiende que los bienes contra los que las ejerce no son suyos. Que le son ajenos. El deterioro del mobiliario urbano, la falta de respeto por las zonas ajardinadas o la suciedad en nuestras calles y plazas son, muchas veces, consecuencia directa de la escasa conciencia social que existe con respecto al cuidado de lo común. No se trata de entrar en la taberna disparando al pianista y buscando un único culpable en la inacción de la administración. En este país tenemos la cómoda costumbre de mirar para otro lado ante el vandalismo, al tiempo que exigimos al organismo competente su reparación o limpieza. Empecemos por el principio. Empecemos por exigirnos a nosotros mismos. Empecemos por un examen de conciencia. Si lo hicieron en la Città Eterna… ¿por qué no en Palencia?