De un frontón a llevar a Aranda de Duero a la élite: la proeza de una familia dedicada al hockey

Aranda de Duero

Jorge Collantes es un tipo inquieto y soñador. Tiene gen de emprendedor, porque lo es, aunque no optó por montar una tienda o una empresa en Aranda de Duero, sino un club deportivo. Entrenaba con los patines junto a un grupo de jóvenes que formaban parte del Areté, hasta que decidió dar el paso de dedicarse en cuerpo y alma al hockey. "Con 16-17 años ya se nos presentó con la idea, y lo hizo como ahora, trayendo consigo todo estudiado", dice Menchi, su orgullosa madre, y también culpable de que el sueño de Collantes se hiciera realidad hace más de una década.

Apoyo incondicional

Tanto ella como Alberto, el padre que aprendió a patinar, ojear a otros clubes para aprender ejercicios y hasta a ponerse de portero si hacía falta, se arriesgaron por su hijo. "Solo le pedimos que no nos diera la espalda y que fuera consecuente, y lo ha sido. El gestor incluso nos preguntaba si estábamos seguros de lo que estábamos haciendo", reconoce Menchi. Porque desde entonces, no hicieron más que avalar con su patrimonio y vida un club que hace unas jornadas lograba el ascenso a la máxima categoría masculina, la Liga Élite. Hace unos años, algo impensable.

Cuando la bocina sonó, Alberto y Menchi no daban crédito. No creían que fuera realidad lo que veían sus ojos. Fue, rotundamente, uno de los mejores momentos de su vida, como el posterior abrazo con Jorge, o con Dani, su otro hijo y estrella del primer equipo. Porque los cuatro miembros de la familia sustentan este club, literalmente. Siempre lo han hecho. Incluso, y a pesar del nulo apoyo que han recibido históricamente. De alquilar polideportivos o naves -nunca han tenido una instalación municipal como muchos otros-, hace apenas un par de años dieron el salto a Prado Sport, pabellón que alquilan, mientras juegan en una pista costeada y adquirida por ellos mismos. "Tengo que agradecer a la familia De la Calle que se atrevieran a hacer el proyecto del polideportivo, a preguntarnos por cómo desarrollarlo, y a invitarnos a formar parte de su ampliación", indica Jorge.

Ayudas y apoyos

El ascenso a Élite es una proeza pero también un desafío, y no solo en lo deportivo. Más canon, viajes más caros -tres desplazamientos a las islas- y más exigencias. Todo eso sustentado por la gente que conforma el club, los patrocinadores -que por suerte han crecido este año- y una pequeña aportación municipal que se va a quedar irrisoria, y que debe actualizarse, al competir en la máxima categoría nacional. "Yo soy claro. Las subvenciones son públicas; recibimos unos 6.000 euros. Con eso, no pagamos casi ni un trimestre del alquiler anual del pabellón. Yo no necesito dinero público, con que me pagaran el alquiler sería más que suficiente", se sincera Collantes, que recuerda que la valla que rodea a la pista, que sí es municipal, suma ya 12 años, está muy deteriorada, y por muchas ñapas que su padre -que también se encarga de eso, sí- haga, ya no da más de sí.

Un año en Élite, en la élite

Por delante se viene un reto mayúsculo para una familia que ha sustentado en sus hombros a todo un club que suma cada vez más deportistas. Un club que organiza campus y sedes, que trae a cientos de padres y madres durante todo el año a hacer turismo y pernoctar en Aranda y la Ribera. Nunca les han regalado nada. Lo han peleado todo. Y con su lucha incansable, han hecho un sueño inalcanzable toda una realidad. Ahora es tiempo de darles el reconocimiento y apoyo que merecen. Y aplaudir su atrevimiento.

Mientras tanto, la familia Collantes pasea con orgullo la copa de campeones. Porque lo son. A Jorge le piden que no tenga tantas ideas. Pero sí "que siga luchando por lo que cree". Porque si Jorge no hubiera soñado a lo grande, este sueño llamado Erizos Rudos, no sería realidad.

La entrevista al completo puede reproducirse en el audio superior, en la imagen cabecera.