De Villalar al Barrio Húmedo

León

La clase política local, provincial y regional agita estos días el cencerro, cada uno el suyo, con asuntos estériles para los ciudadanos. Alguien del gobierno regional tuvo la ocurrencia de poner la fiesta de Villalar en la bocana del leonesismo. Y han regalado madera como para un adviento. En trance, dos procuradores socialistas leoneses de la familia Tudanca mutaron en apóstoles de un idioma del que lo ignoran todo. Al paso, desde la ejecutiva de Cendón ponen el diapasón y reivindican la fiesta de las Cortes de San Isidoro.

El ideólogo de sacar a pasear Villalarfuera de Villalar podrá seguir cobrando la nómina, pero se ha cubierto de gloria.

Cambio el tercio y me vengo a lo mundano. Durante casi una década tuve mi casa en la calle Zapaterías, en pleno corazón del Barrio Húmedo. Los restos del Toisón aún regalaban noches de exceso de vatios que trepaban columnas arriba de las viviendas y hacían imposible el descanso.

De la calle, colmada de bares musicales. en tiempos de bonanza se llenaban de algarabía hasta bien entrada la madrugada. Por no faltar, no faltaba entonces el menudeo de un tráfico de drogas que provocaba frecuentes conflictos. Fue una mala época para los vecinos de este maltratado barrio que aún hoy sigue poniendo difícil vivir en él.

Las serias denuncias de la Asociación de Vecinos León Típico sobre el deterioro habitacional de su barrio caen en saco roto de una corporación municipal, incluido equipo de gobierno y oposición. Ninguno se atreve a proponer o tomar medidas tan razonables como limitar horarios nocturnos, evitar las licencias de terrazas a bares musicales, a reducir veladores. Todo para evitar que el barrio no sea pasto de un turismo masivo de borrachera y se vaya vaciando de habitantes.

Hasta ahora el municipio no ha hecho otra cosa que entregar el casco histórico de la ciudad a propietarios y usuarios de los pisos turísticos y a los tres o cuatro grupos hosteleros que monopolizan el monocultivo industrial de los bares.