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Historias de Salamanca. Las cicatrices de la Torre de Campanas

La monumental torre salmantina se ha librado en varias ocasiones de su desplome o derribo, perdiendo por el camino parte de su esbeltez.

Salamanca

Si una torre destaca en el “alto soto de torres” de Salamanca, que dijo Unamuno, esa es la Torre de Campanas de la Catedral. Una torre que si está en pie es de verdadero milagro, así que celebremos este hecho lanzando las campanas al vuelo.

Historias de Salamanca 29 mayo 2024

05:05

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La torre de campanas de la catedral no es la que vieron nuestros mayores, recién construida. No hace falta imaginarla porque está en los dibujos de sus diseñadores Pedro de Ribera y Juan de Sagarvinaga. Era la Torre más hermosa de España.

Tan hermosa como las portadas platerescas que miran a la calle de Calderón de la Barca, repletas de santos, altares y animales. Una torre cuajada de adornos platerescos, distinta a la sobria de nuestros días.

Y gracias, porque podríamos no tenerla.

El primer sobresalto de la Torre de Campanas de la Catedral se la lleva el 14 de mayo de 1705 cuando a la hora de comer un rayo cae en su veleta.

Literalmente la funde, pero también funde las campanas y la bola de la veleta; se declara un fuego que quema la parte alta de la Torre.

Un destrozo que podría haberse evitado si el inventor del pararrayos se hubiese dado más prisa en inventarlo. El arquitecto Pontón de Setién se encarga de la reparación, pero lo que construye es muy pesado para una estructura tan antigua, porque en la base está la primitiva torre de campanas de la Catedral Vieja, así que comienzan a aparecer grietas y el Cabildo entra en pánico hasta que encarga al arquitecto Pedro de Ribera una solución que llega en forma de todo tipo de refuerzos. Aquello enfada al arquitecto de la catedral, Alberto de Churriguera, que dimite, coge los trastos y se marcha. Su sucesor será su sobrino Manuel de Lara Churriguera.

El segundo sobresalto tiene lugar el 1 de noviembre de 1755 con el famoso Terremoto de Lisboa que debió sacudir la Torre de un lado a otro haciendo sonar las campanas por el movimiento.

Los porteros de la Catedral suben, ven, aprecian grietas y el obispo –por si acaso—decide cambiar su lugar de rezos. La Torre queda tocada y es necesario reforzarla. Se levantan andamios para ir poniendo los primeros parches. Recordemos que la torre es románica en la base, gótica en su mitad y barroca en lo alto.

Algún desprendimiento y nuevas grietas abren la preocupación y abren el debate, que se centra en tirar la Torre o reforzar la base. Mientras, se le ponen unas cadenas de hierro para que no se desarme, pero ya es tarde. Cuando todo apuntaba al derribo aparece en escena un ingeniero experto en salvar torres, se llama Baltasar Devretón y a él le debemos lo que vemos. Lo que propone es construir alrededor de la base una especie de funda de piedra que la refuerce, ampliando la cimentación, y así se hace. Después de seis años de obra, el 23 de diciembre de 1772 se da por terminada la reparación. Por desgracia la Torre perdió la gracia de su decoración plateresca, pero a cambio sigue con nosotros. Así que podemos decir que la Torre de Campanas de la Catedral está con nosotros de milagro y hay que celebrarlo echando las campanas al vuelo.

 
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