Motu proprio
La columna de Rafa Gallego: Motu proprio (31/05/2024)
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León
Tengo que plantearme que el día de hoy es una oportunidad, no puedo verlo de otro modo. Ya te vas haciendo a la idea de que me tocan cosas que no me gustan y que me digo que es algo que asumiré, de manera que puedo plantearme que ese quehacer no deseado se transforme en una oportunidad, pero, una oportunidad, ¿para qué? ¿Qué se entiende por tener una oportunidad? Es más, cabe preguntarse si no será una oportunidad cada segundo de tu vida.
Por ejemplo, puedes aprender que Venus es el único planeta del sistema solar en el que el sol sale por el oeste, porque gira al revés que todos los demás, una oportunidad de aprender que no esperabas cuando te sentaste esa tarde a ver la televisión porque tu cuerpo no te dejaba hacer otra cosa que quizá te apeteciese más. O no. Pero ahí estuvo la oportunidad de aprender y lo hiciste sin la intervención de tu voluntad, solo porque se dio la situación. La cuestión de la voluntad es casi un misterio para mí. Voluntad y oportunidad. Tener voluntad de hacer, tener oportunidad para hacer eso que está en nuestra voluntad, pero ¿de dónde viene esa voluntad? ¿Responde a una necesidad interna? ¿Cómo se conforma esa necesidad? ¿Realmente lo que decimos que queremos es lo que queremos? Quiero decir que intervienen tantos factores en nuestra voluntad que no me atrevo a decir que cuando escribo esto que escribo lo haga por propia voluntad en el sentido de una voluntad absoluta que surge de mi interior, de mi intimidad. Por el contrario, veo que la mediatización de nuestras decisiones es tan constante que nuestra vida es una construcción desde la alteridad: es todo lo otro lo que nos arma, como si fuésemos pequeños mecanos fruto de la interacción social, el ambiente, la circunstancia digital en la que nos desarrollamos, la historia, el márquetin, los partidos de fútbol con gritos insoportables en voz de pito, las pipas que algunos escupen, las hadas y los elfos, el río y sus ranas, los grillos, la maternidad, la soledad, el elixir y la marca de desodorante. La espuma del mar. El olor poderoso de tu piel. Nada que hacer si no es por todo lo otro. Pero con todo eso, no te dejo que justifiques lo que no se puede justificar.
Hablo de la noticia de este lunes, de la reducción de la condena por violencia sexual a un joven leonés con el argumento de que la niña de doce años que había sufrido estas agresiones vivía en un contexto social en el que este tipo de relaciones entre personas menores de edad es considerado normal. La idea de que está en la voluntad de una niña de doce años tener tres hijos con un chaval un poco mayor que ella me hace pensar en eso que te digo: que uno nunca está totalmente seguro de que eso que hace por propia voluntad responda absolutamente a una voluntad propia. Si además me veo en la tesitura de pensar que esta circunstancia pueda ser una oportunidad, te darás cuenta de mi perplejidad ante la presión que siento sobre lo que toca hacer en este día tan señalado para mí. No lo tengo nada claro. Ya lo ves. Lo que sí puedo decir es que, si hay que asumir circunstancias objetivamente horribles como oportunidades, por lo menos no pidas que lo haga motu proprio. Permíteme un gramo de rebeldía.