Vis vitalis
La columna de Rafa Gallego: Vis vitalis (21/06/2024)
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León
La idea de que somos algo diferente del resto de lo que existe se derrumbó desde el punto de vista de la química a principios del siglo XIX, cuando un químico alemán fue capaz de sintetizar la urea en un laboratorio. Hasta entonces se había pensado que los seres vivos poseen en su composición una fuerza vital, una vis vitalis, que los hace diferentes del resto de los seres. Esta vis vitalis, presente exclusivamente en los seres vivos, sería la clave para distinguirlos de los seres inertes, a pesar de la dificultad que se sigue del hecho de que esa mencionada fuerza sea algo imposible de observar.
La importancia de la síntesis de la urea en un laboratorio reside en que todos los compuestos químicos, sean orgánicos o inorgánicos, proceden de la combinación de los llamados elementos químicos, sin la necesidad de la presencia de esa fuerza vital tan misteriosa que dio origen a una corriente científica conocida como “vitalismo”. Pero el “vitalismo” ya no es una corriente científica. Desde el punto de vista de la química los seres vivos y los seres inertes son la misma cosa: combinaciones posibles a partir de lo que hay. Si esto es así, si en esencia los seres vivos y los seres inertes son la misma cosa, ¿qué decir de un senegalés y uno de Villaquilambre?
Y si hablamos de la capacidad de generar organismos vivos en un laboratorio, me dejó impactado la noticia de hace unos días que contaba que, en un hospital de Sevilla, se practica el injerto de piel artificial como un tratamiento normalizado. “Como un medicamento”, dijo uno de los pacientes que había participado del tratamiento experimental,que ya no lo es. Así es que la diferencia de la piel ya me contarás en qué consiste. Me imagino a los cirujanos con una paleta de colores preguntando al paciente el tipo de piel que le gustaría tener. ¿Te imaginas? Color de piel a la carta, el sueño de Michael Jackson.
Así es que no. No podemos admitir que haya diferencias en estas cuestiones fundamentales, porque se caen por su propio peso. No obstante, me gustaría volver a la cuestión de la vis vitalis: ¿y si realmente existiera esa fuerza inexplicable que otorga vida? Se me abre un enorme abanico de preguntas. ¿De dónde procede? Si no procede de ninguna otra realidad, ¿cómo llega a ser? ¿En qué medida está presente en los seres vivos? ¿Hay seres vivos con más fuerza vital que otros? ¿Se agota esa fuerza vital, se gasta? ¿Podemos tener el control sobre ella? Ahora que empieza el verano y que vienen las fiestas en León, ¿puedo hacer un acopio extra de fuerza vital para derrocharla en este tiempo de fiesta y vacaciones?
Fíjate que me da por pensar que esos vitalistas del siglo XVIII y principios del XIX no estaban tan equivocados. De hecho, autores del siglo XX han seguido manteniendo el vitalismo, si bien más desde la filosofía que desde la ciencia; la postulación de la vida como principio fundamental de la realidad. La idea nietzscheana de que la vida es el criterio de verdad.