Carlos Simón Palomares, un hojalatero y cristalero que acabó siendo una referencia en fontanería
Son ya tres generaciones de la empresa Fontanería, Calefacción y Gas Carlos Simón que cumple noventa años de trayectoria
Los orígenes e historia de la empresa Carlos Simón, contada por sus actuales protagonistas
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Aranda de Duero
“Mi padre empezó con hojalatería, cristalería y fontanería. Al final se quedó solo en fontanería y ya se introdujo después la calefacción y el gas. Es así como iba evolucionando la vida. Cuando mi padre empezó con la empresa, solo había calefacción en las casas pudientes, los demás nos calentábamos en la estufa…”es el relato de Carlos Simón Palomares, segunda generación de la empresa Fontanería, Calefacción y Gas, Carlos Simón que es gestionada ahora por la tercera generación, su hijo Carlos Simón Sanz.
Casi un siglo de trayectoria. Hace noventa años, José Simón, por aquello de buscar una actividad con la que generar recursos económicos para el sustento de la familia, decidió emprender e iniciarse “en lo que antes se hacía y se necesitaba, porque hasta que no empezó a ponerse agua en los pueblos la fontanería era una profesión menor. Mi padre hacía candiles, cántaras, medidas de litro, moldes para los flanes…utensilios que se necesitaban para la vida cotidiana”, recuerda con mucho cariño Carlos Simón.
De su vínculo con la empresa, la memoria le lleva hasta muy de niño: “Yo le acompañaba cuando tenía solo 4 años. Recuerdo que me hacía espadas de madera y yo estaba metido con él en el taller, sobre todo en verano, que es cuando no había escuela. Y los recuerdos que tengo de la etapa de mi padre como fontanero era el uso del plomo para las tuberías para llevar agua a las casas y para desagües. El plomo era lo que se utilizaba. Después se introdujo el hierro para el agua. En las casas normales había baños y cocinas muy básicos y en las más pudientes ya más elegantes”.
En los años 30 del siglo pasado había un gran contraste social y económico en todos los aspectos “no solo en quienes podían tener mejores viviendas sino empresarialmente. Nosotros íbamos a trabajar en bicicleta y después con la moto. Las herramientas, creo recordar que enganchábamos un carretillo para llevarlas. Nos hemos desplazado en el autobús de línea, en tren porque salíamos a pueblos a realizar trabajos. Más adelante ya me saqué el carnet para conducir y tuvimos un cochecito para el trabajo. Así era la vida”, afirma Carlos Simón.
La evolución de los tiempos no ha sido del todo positiva y no en todo se ha mejorado. Carlos Simón se expresa con mucho cariño de su infancia y adolescencia, e incluso de su etapa ya adulta: “Era una vida muy tranquila, no se preocupaba uno mucho. Si trabajabas un día, no había mucho problema. No hacía falta tener que trabajar para pagar la hipoteca, el coche…todos esos gastos que ahora nos hemos creado y que antes no teníamos”.
Tercera generación
“Yo tengo muchos recuerdos con mi abuelo porque también acudía de pequeño al taller. Él fue el que me enseñó a soldar plomo, fabricar candiles y todo lo que hacía él como hojalatero. Él ya estaba jubilado, mi abuela me hizo un buzo para estar en el taller con el abuelo que hay hacía como una afición”. La memoria de Carlos Simón Sanz, nieto del fundador de la empresa, es la más reciente. Y afortunadamente tuvo la posibilidad de coincidir con su abuelo del que guarda tan entrañables momentos vividos juntos para inyectarle en vena la profesión de fontanero.
Tres generaciones con muchos puntos en común. En los tres casos, la escuela para aprender la profesión fue a través de adquirir los conocimientos en el día a día, a base de prácticas. Pero también la del estudio y la formación por la continua innovación de un sector que requería “de estar permanentemente al día con todas las novedades que iban surgiendo”, afirman padre e hijo.
Lo que empezó siendo una hojalatería y cristalería como actividad principal fue evolucionando hacia una empresa de fontanería a medida que el agua empezó a llegar a los hogares. Y después del agua el calor con las calefacciones, lo que impulsó nuevas formaciones y saber adaptarse a las necesidades que exigía la sociedad: “me saqué el carnet de instalador para poner calentadores, que es lo primero que surgió a finales de los años 60. Fue una revolución porque era algo que no se tenía en las casa”, recuerda Carlos Simón.
Su hijo ha dado los impulsos más tecnológicos en la etapa más reciente: “cuando yo entré en la empresa ya había calefacción de gas y gasoil. La evolución vivida en nuestro sector, como ha ocurrido con la electrónica, ha sido increíble. Ahora con la aerotermia, geotermia por ejemplo”.
A la segunda generación de la empresa le encanta comprobar que su legado ha tenido continuidad en su hijo como en su momento él recibió lo recibió de su padre “aunque alguna vez finalizará. En mi caso no fue mi primer trabajo porque trabajaba en la oficina de la empresa PH y me salí después de dos años para irme con mi padre de fontanero. Yo después del Instituto, con 14 años, me fui a trabajar a la Azucarera, después a PH y lo dejé para incorporarme con mi padre a la fontanería. Y lo hice por elección propia·”.
Hoy en día Carlos Simón Fontanería, Calefacción y Gas es una empresa referente en su sector. Noventa años de trayectorias son un aval como pocos: “Ahora trabajamos mucho la reforma de los pisos y eso lo ha dado el tiempo de confinamiento, la gente quiere tener mejor acondicionada su vivienda”, expresa Carlos Simón Sanz.