Emilio Arroyo se jubila: adiós a uno de los últimos ferreteros de Aranda de Duero

Aranda de Duero

Las nuevas tecnologías y tradiciones han dejado de lado negocios de toda una vida que parecen no tener hueco o ser tan visitados. Algunos, fruto de la edad de sus gestores, también van diciendo adiós. Es el caso de Emilio Arroyo, que comenzó en el campo a los 14 años con su padre, y que desde entonces no paró. "Era un chaval trabajador e iba poco a poco. Entré en la construcción, y después en otras empresas, hasta que después de unos años ya pasé a montar una ferretería", comenta. Porque ese fue, y es hasta dentro de muy poco, el negocio de su vida. Una vida que "fue surgiendo hasta que decidí poner algo menos pesado -en el campo hacía entre 15 y 20 kilómetros diarios-, hace ya 40 años". Desde entonces y hasta el día de hoy ha llegado su negocio, al que dirá adiós "porque la edad dice hasta aquí". Detrás del suyo irán otros; Emilio reconoce se está "en un cambio de tendencia en el que los negocios de siempre van desapareciendo".

Trabajo y vida en pareja

El apellido de Emilio le sitúa con facilidad en Sotillo de la Ribera. "Decidí quedarme allí, no tuve interés en irme fuera. Yo siempre he sido feliz en el pueblo", asevera. A Aranda la tenía "como una capital a la que venías a comprar", y "nunca pensé a venir a trabajar", pero las circunstancias de la vida "te hacen dar el paso y llevo 40 años detrás del mostrador". Allí ha estado en compañía de su mujer, a quien conoció en el año siguiente a la mili. Él con 22, ella con 17. Mano a mano han llevado adelante tanto el negocio como a la familia. "Una ferretería es cercanía, asesoramiento. Consejos. Siempre dabas, eso sí, la última palabra y la decisión al cliente", añade.

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El primer día

Recorriendo la memoria, casi ni recuerda cómo fue el inicio de todo. "Era algo nuevo, enfrentarte al público, ver cómo te defendías, cómo ibas a ser de cara a los clientes. Pero fui vendiendo cositas poco a poco y así fuimos dando el paso hasta donde hemos llegado. Colocamos un cartel de la nueva apertura para darlo a conocer. Y la gente se fue dando cuenta poco a poco, con el boca a boca. Así sucedió. La gente iba entrando, y la verdad es que cuesta ganar clientes, porque hasta que uno se decide a cambiar de costumbres se hace difícil", detalla, si bien fruto de tantos años de servicio, ha conocido hasta a diferentes generaciones de una misma familia. Pero el cariño a quien entraba por la puerta no faltaba igualmente.

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La evolución del negocio es una realidad también, con nuevos elementos que iban entrando con el paso del tiempo. "La ferretería era doméstica, con menaje, electricidad, y hogar... Pero al ampliarlo ya montamos más autoservicio. Era más grande, más metros, más atractiva y bonita. Creo que a la gente le gustó y nos ha ayudado a que haya ido bastante bien, aunque hayamos tenido que soportar varias crisis", reconoce.

El futuro es hacia las multinacionales. "Al dominar el mercado harán lo que quieran. O lo coges o lo dejas. Hay un cambio de tendencia y el comercio de proximidad tristemente poco a poco va a ir desapareciendo", dice categóricamente.

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De nueva apertura a liquidación por jubilación

Los carteles del inicio y el fin. Un fin que ha traído algo de nostalgia a muchos clientes. "Les da pena. Y a mí también porque has luchado por el negocio y has estado a gusto. Y tener que abandonarlo es triste. Pero es la edad. Nos hemos pasado y hay que descansar", dice entre risas, alguien que no olvidará su etapa tras el mostrador, sabiendo que otros muchos siempre le tendrán en el recuerdo cada vez que pasen por aquella ferretería a la que decidieron entrar por primera vez, y de la que se convirtieron clientes fieles.

La charla al completo entren Emilio, Ausencio Frutos y Valentín García puede reproducirse en el audio superior.