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Lugar común

La columna de Rafa Gallego: Lugar común (06/09/2024)

La columna de Rafa Gallego: Lugar común (06/09/2024)

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León

El verano entero se encierra en una frase hecha; hablar del verano, de las vacaciones, de los viajes, es un lugar común que se monta sobre la suma de una serie indefinida de lugares comunes: ha hecho más calor que ningún año; hemos visto más medusas que nunca; traigo arena hasta en el cepillo de dientes; la casa rural era súper cómoda y estuvimos fenomenal. Y el mosquito del Nilo y la toxina del mejillón y el chuletón que nos cominos en aquel sitio y los paisajes y el aeropuerto y la maleta que se pierde y el tren que nunca parecía que fuera a llegar. Y el cableado de las calles en la India o la serenidad del templo Senso Ji cerca de Hiroshima.

Lo bueno del lugar común, aunque sirva para un roto lo mismo que para un descosido, aunque no aporte nada nuevo a lo que se está hablando, es que nos permite reconocernos en él, dejar que nos sintamos cómodos.Precisamente esa es su virtud y por eso lo usamos y creo que en ese estar a gusto con lo trivial, con lo sabido, ponemos de manifiesto nuestro deseo de vuelta a casa. Es un lugar común y hay muchas personas que lo dicen, aunque no es mi caso: lo mejor de las vacaciones es volver a casa. La casa, ese lugar común.

Este verano he vuelto a jugar al parchís. Me parece una alegoría de muchas cosas: eso de caer exacto, salvarel requisito de sacar un cinco para poder salir, hacer una barrera para que los demás no pasen. ¡Contarse veinte! Y, finalmente, meter todas las fichas en casa para ganar. La casa siempre al final, como el premio último. El lugar común en el que nos encontramos. Por el camino una lucha por comer y no ser comido —otro lugar común—, un desembarco de inquinas y carreras que, en ocasiones, pueden degenerar en conflictos, pero que, en mi caso, en las pocas veces que jugué, se resolvieron en risas, las risas de la casa, del estar en casa, del compartir con la gente de la casa. La casa, el bienestar de la casa, el lugar común. Otro asunto es lo de la oca, que ahí no hay manera de ponerse de acuerdo ni sobre las normas. Es la otra cara del tablero. Me parece más la calle. Será por los dibujos, los puentes, la posada, el pozo, la cárcel. El laberinto. Y casi al final, unos pasos antes del lago de la victoria, la amenaza de la muerte.

Usamos el lugar común para identificarnos. Pedimos en el bar un Prieto Picudo o simplemente un clarete. Decimos un Bierzo o un Rioja o un Ribera. Es raro pedir la marca cuando no estamos a la mesa del restaurante. Es un lugar común decir que el Ribera tal o que el Rioja cual. Y tú, que bebes blancos, ya nunca pides verdejo, porque eres de “godello” y esa es tu casa cuando quieres un vino. Solo que ahora parece que te pudieran meter gente en casa y lo mismo te dan un vino de Rueda si solo dices godello. Tendrás que aprenderte la marca de algúnvino de Valtuille y pedirlo con total precisión. Como si tuvieras que sacar un cinco para salir del corral.

 
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