El Subcampeón Bidasoa celebra su empate ante un Tubos Aranda mayúsculo
El equipo ribereño hizo un partido sobresaliente y rozó la proeza de ganarlo
Aranda de Duero
El Tubos Aranda es equipo de ASOBAL a todos los efectos. No solo porque conquistase la plaza la pasada temporada sino porque en su regreso a la máxima categoría, le tocó debutar ante el subcampeón de Liga y lo hizo con un partido memorable. Insisto en la trascendencia de no perder la perspectiva de que Bidasoa estaba enfrente y que las tres últimas temporadas ha cerrado la competición en segundo puesto, solo detrás del todopoderoso Barcelona.
El arranque de la cita tuvo mucho de emocional y de puesta en escena en lo ambiental. Se agotaron las entradas para esta primera jornada y se puso de manifiesto que la Asobal necesita a esta afición. No es una cuestión de competir contra nadie sino de experimentar un partido en el pabellón ‘Santiago Manguán’ para confirmar que no es una afirmación alejada de la realidad. Las cámaras de Teledeporte actuaron como notario.
El Tubos Aranda jugó con aquello que se dice de un jugador más por el impulso de su afición pero la realidad sentencia que los partidos se ganan y se pierden en la pista donde su acumulan méritos y deméritos, aciertos y errores que deparan siempre un resultado justo. Y la primera parte fue un sueño para los de casa. Una pesadilla para Bidasoa. En la misma proporción. Porque aunque el conjunto vasco amenazó como una lluvia de agua fina de ir empapando con su dinamismo y velocidad a su rival (3-5), acabó envuelto en una ciclogénesis explosiva llamada Villa de Aranda que le aceptó el reto y que le acabó superando para irse al descanso con renta de dos goles (14-12) y una máxima diferencia anterior de tres (13-10).
Lo que mejor hizo el equipo de Javi Márquez en el primer tiempo fue alcanzar el equilibrio con nota de sobresaliente. Defendió enorme, atacó muy bien, no incurrió en la precipitación y tomó muchas veces las mejores decisiones. El marcador premió la calidad de su juego y Bidasoa entendió que tampoco le tocó un rival fácil para iniciar la temporada.
De cara a un final de infarto
El segundo tiempo arrancó con un Bidasoa que entendió que su defensa debía ser más exigente y un Tubos Aranda que coqueteó en exceso con la precipitación. Mejoraron los primeros y los arandinos se equivocaron más de lo necesario ante un rival como el vasco (18-18) en el minuto diez. Difícil definir si los fallos del Tubos Aranda tuvieron más consecuencia en el marcador que le mejoría de un Bidasoa, antes asustado, y en el arranque del segundo tiempo más consciente de que con el nombre no ganaría en Aranda (18-20) minuto trece.
En el mejor momento de Bidasoa y en el peor del Tubos Aranda el partido amenazaba con decantarse del lado visitante. Más por la experiencia, profundidad de banquillo y calidad individual que por el hecho de ver claudicar a los de casa. Es algo inaceptable. Así que, en esa transición, Bidasoa no tuvo la continuidad que le hubiese gustado, el Villa de Aranda tiró de casta y se mantuvo vivo pero con excesivas concesiones. Ambos empezaron a cometer más imprecisiones de las que sus respectivos entrenadores hubieran deseado (21-21) minuto diecinueve.
Entre aciertos e imprecisiones, el factor emocional jugaba del lado local y la enorme calidad de la plantilla de Bidasoa era una permanente amenaza para empezar el curso en positivo. Los cinco minutos finales, como el resto del partido, fueron intensos, increíbles, maravillosos (24-23). Los de casa parecían volver a encontrar el equilibrio. Los vascos asumieron que, hasta a los grandes, el brazo se les encoje (25-23) minuto veintiséis.
En medio de tanta igualdad, el partido solo podía acabar en empate, aunque lo tuvo más cerca Aranda para llevárselo y Bidasoa celebrase su igualdad de penalti con el tiempo ya cumplido (26-26)