Las claquetas vuelven a sonar en el centro de Valladolid

Valladolid

"¡Vamos a hacer otra pero ahora sin el camión!" Lo dice a través del 'talkie' pero a la ayudante de dirección del equipo desplegado por Zebra Producciones en la calle Lira, que conecta San Martín y Torrecilla, no le hace falta el dispositivo para hacerse oír y para marcar el ritmo a sus compañeros, que vuelven a sus posiciones iniciales para grabar una nueva toma de una escena en principio sencilla. Una mujer se baja de un coche, saca su móvil y conversa, con evidente cara de preocupación, mientras camina por esta recoleta vía del casco histórico pucelano. Como sucede en la vida real, el entorno es ajeno a las preocupaciones de cada cual. Así que el ruido de dos coches, primero, y de un camión arrancando, después, se cuelan en la conversación telefónica. Pero esto es ficción. Y por eso la inquietud que muestra la mujer no puede verse alterada por la banda sonora de la ciudad. "¡Volvemos a primera!", vocifera la misma ayudante con tono imperativo.

Pero repetir esa toma también responde a otras cuestiones. Y eso lo explica quien, con una sonrisa casi permanente en los labios, la cabeza cubierta por una gorra con la figura de Batman y un Yoda en la camiseta, observa el proceso que transforma las palabras que un día de hace más de once años escribió en un ordenador en imagen real. Pero no es la imagen el problema en este caso, si no el sonido. "Se puede arreglar en postproducción", explica el escritor César Pérez Gellida (Valladolid, 1974). Lo hace con la experiencia que da haber participado en el proceso de elaboración de los guiones que han adaptado su primera trilogía 'Versos, canciones y trocitos de carne' en una serie que va por segunda temporada. Y con el conocimiento adquirido a través de su presencia en los rodajes. "Pero arreglarlo así" -añade- "supone emplear más tiempo y más dinero", concluye con un gesto que deja bien claro que ambos conceptos están unidos y que cualquier ahorro en uno de ellos -o en los dos- es el objetivo a perseguir. "Hay que entregar el material lo más limpio posible", concluye.

Esa limpieza obliga, por lo tanto, a acudir a una tercera toma que es parte del trabajo que ha comenzado en una soleada mañana de lunes, veraniega según el calendario pero otoñal según dice el termómetro, y que se prolongará durante las dos próximas semanas en varios puntos de la ciudad vallisoletana. Antes, la misma mujer que conversaba azorada, la actriz Olivia Baglivi, salía del antiguo Colegio del Salvador, que antes de ser sede única de los juzgados -eso también sigue en el ámbito de la ficción- se disfraza de comisaría de la Policía Nacional. Acompañada por un nuevo personaje en esta segunda tanda de capítulos, una subinspectora encarnada por Carlota Baró, atravesaba una nube de periodistas de pega -como los que hay en la vida real- que intentaban arrancarle unas declaraciones. Las dos se suben a un automóvil que arranca escoltado por un coche policial que son los mismos que se detienen en la entrada de la calle Lira para que Violeta pueda mantener esa tensa conversación con el inspector Ramiro Sancho. O no. Porque Violeta habla sí, pero quien le da la réplica, en realidad, es uno de los guionistas. Lo único de verdad es que, efectivamente, lo hace a través de una llamada que es efectuada junto al 'combo' -las pantallas que permiten ver cómo queda la toma- y que escruta en silencio el director de la secuencia, Fran Parra.

"Poner a Valladolid en el mapa"

Que Valladolid tenga ya galones en esto de los rodajes se va notando. Por ejemplo, en que algunos curiosos despistados lleguen al entorno de la Casa Revilla con la idea de llegar a San Martín por Lira y se encuentren a los técnicos y el aparataje propio de un rodaje pero que lo miren casi como parte del paisaje. "Están grabando otra vez la serie", dice una señora a su amiga mientras lanzan una mirada a Gellida que aprovecha para hacerse una foto con un lector. Su mujer, antes del último 'selfi' confiesa al escritor: "Has conseguido que mi marido vuelva a devorar los libros". El responsable de llenar páginas y páginas de hemoglobina y otros fluidos corporales sonríe y agradece.

Junto a algunas calles del centro de la ciudad, nuevos rincones que se podrán ver, en principio, en el primer trimestre de 2025 "aunque Prime tiene la última palabra", puntualiza el novelista aludiendo a la plataforma que emite la serie, también se incluyen otros escenarios "recurrentes" como la propia comisaría o la Sala Cientocero que se transmuta en el Zero Café en la pantalla. Una de las localizaciones que se incorporan es el Círculo de Recreo, un edificio "emblemático" y "que no podía faltar". El equipo técnico y artístico es el mismo de la primera temporada y eso -habla el Gellida guionista- es "una garantía y una tranquilidad". Aunque él estos días no esté demasiado tranquilo porque a la filmación hay que sumar una nueva edición del certamen literario 'Blacklladolid', centrado en la novela negra y que arranca este miércoles en el Castillo de Fuensaldaña.

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La posibilidad de que la imagen de la capital vallisoletana vuelve a dar la vuelta al mundo en forma de serie es una "oportunidad", según apunta el último ganador del Premio Nadal y eso es algo que los vallisoletanos "asumen y agradecen". Así responde cuando es preguntado por las molestias que causan los rodajes en forma de cortes de tráfico y otros inconvenientes. Y es que, según remacha, este tipo de proyectos ayudan a "poner Valladolid en el mapa" y dar una mayor visibilidad a través de las tramas que se desarrollan en la ciudad. Dos semanas por delante para completar todas las escenas necesarias. "¡Prevenidos...Acción!", la tercera toma ha comenzado. De momento, sin motores molestando.