Fe e inmigración
Las Claves del párroco solidario del barrio de San Antonio y Grijota Pedro Brouilhet
Fe e inmigración
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Palencia
María y José, galileos de Nazaret, llegaron a Belén, en Judea, donde no encontraron acogida en la posada, porque eran forasteros, porque eran inmigrantes. María estaba embarazada y tuvo que dar a luz a su hijo en un establo de animales, a las afueras de la ciudad. Jesús fue un hijo de la emigración.
Y así sigue siendo hoy para tantas personas que tienen que dejar su tierra, familia, cultura, raíces,... para emigrar a otra tierra con mejores condiciones de vida, y, cuando llegan, no encuentran acogida. Vallas, pateras, desamparo, sospechas,... “como entonces, hoy no hay sitio para ellos en la posada”.
Desde el principio Jesús se hizo emigrante, acercándose de distintas formas a nuestra humanidad dolorida por la violencia, rota por el egoísmo, enferma,... con el fin de recrearla, recuperarla, abrir un camino nuevo de convivencia en la justicia, la solidaridad y la paz.
Jesús nos dejó su tarjeta de identificación personalizándose en el emigrante que vive entre nosotros y espera ser acogido. No nos confundamos, los Herodes de entonces siguen persiguiendo, a veces amparados en la fe, al Niño que fue inmigrante y que lo es cada día en el rostro de tantos seres humanos rotos por el dolor y la angustia.