Más de cuarenta años de las cuarenta. Ya toca
La Firma de Javier Gómez Caloca
Más de cuarenta años de las cuarenta. Ya toca
Palencia
Buenos días, el 30 de junio de 1983, el BOE publicó la Ley de fijación de la jornada máxima legal en cuarenta horas y el derecho a unas vacaciones anuales mínimas de 30 días naturales. El Gobierno del PSOE, arrastrado por la perseverancia y contundencia de Nicolás Redondo, entonces Secretario General de UGT, redujo la jornada a 40 horas y aumentó una semana las vacaciones retribuidas.
Hasta entonces las vacaciones eran de 23 días naturales y la jornada de 42 horas semanales, 43 si era jornada partida. Antes del Estatuto de los Trabajadores del 80, la jornada laboral era de 48 horas semanales.
Los mensajes patronales y políticos fatalistas de entonces, palabra por palabra, se repiten ahora contra la propuesta del Gobierno de reducir la jornada, ¡cuarenta años después! Los pronósticos de entonces sobre la destrucción de empleo y cierre de empresas, los de ahora contra la reforma laboral de 2021, que al final, para evitar riesgos, la CEOE pactó o el erre que erre contra los sucesivos incrementos del SMI, no se han cumplido. Al contrario, hay más empleo que nunca, con sectores y territorios en situación estadística de pleno empleo, lo que hace difícil encontrar trabajadores en los sectores con más jornada y peores salarios.
Sobre la supuesta pérdida de productividad, que confunden con presentismo, un dato: según la OCDE, en los últimos 60 años en España, por cada 10% de aumento de la productividad sólo ha habido una reducción del 3% de las horas trabajadas. Parece claro dónde ha ido la plusvalía generada por el aumento de la productividad si, en el mismo período, los salarios reales han seguido una senda de moderación.
La gran patronal palentina en su línea. Además de las acostumbradas catástrofes apocalípticas ante cualquier medida legal que mejore las condiciones de los trabajadores, pensionistas o parados, solicitan que se deje a la negociación colectiva y a la autonomía de las partes el establecimiento de la jornada máxima legal. Qué pena que estos dirigentes no estuvieran en 2012 cuando el PP, para realizar una devaluación salarial generalizada, laminó la negociación colectiva sectorial e impuso decisiones pactadas solo con la patronal, con barbaridades como el despido por estar enfermo más de lo que convenía. ¡Ah, pero si son los mismos y con la misma hipocresía!: está bien que legisle el Gobierno, pero sólo cuando nos favorece.
No va a ser fácil. La patronal sabe que cuenta con mejor correlación de fuerzas que cuando se vio arrastrada hace tres años a pactar la reforma laboral. En el Congreso no hay, se diga lo que se diga, una mayoría progresista clara como sí había en la anterior legislatura. Hubo una mayoría defensiva para investir Presidente, les unía a todos evitar un Gobierno del PP con la extrema derecha, nada más…y nada menos. Hoy ni la reforma laboral ni la supresión del hachazo al sistema de pensiones que hizo el PP se hubieran revertido.
La capacidad de movilización sindical es limitada al tener los sectores más sindicalizados jornadas inferiores a las que se plantean como mínimas. Estoy de acuerdo con el perímetro negociador del Gobierno: reducir la jornada máxima a 37,5 horas, garantizar la desconexión digital, a la par, añado yo, que regular el uso y abuso de los móviles y otros aparatos propios por los trabajadores durante su jornada de trabajo, (por ahí sí se escapa la productividad y no veo a los empresarios preocupados); y, en tercer lugar, un control eficaz del registro horario y de las horas extras, algo sencillo en tiempos de Inteligencia Artificial. Cuarenta años después, ya toca.