Opinión

De zanahorias y palos

Juan Miguel Alonso

León

Se bautiza Octubre con las albricias de la llegada de Medicina a nuestra Universidad. Es una fantástica noticia, que servirá para mejorar la institución, hacer más rica su oferta y aliviar, aunque sea a cuentagotas, el déficit de galenos que sufrimos desde hace muchos años. Más allá de los bandazos mañuequiles, la mordida compensatoria para Salamanca y Pucela, y el botafumeiro de los medios del régimen, debería quedar el agradecimiento al ex rector Marín, que se empeñó en la tarea , trabajando mucho y bien, y soportando a menudo el desprecio y la prepotencia de unos mandarines, cuyo único mérito es tener el tope en los sexenios de moqueta.

Y para acabar de completar esta fiesta de la salud, llega por fin ese corredor verde que unirá el apeadero de la Universidad con la antigua y céntrica estación de FEVE. Es la esquela definitiva al proyecto de reintegración del tren en el corazón de la ciudad, de donde se sacó por razones que nadie será jamás capaz de explicar, que costó un potosí, y que se justificó en una montaña de mentiras y promesas incumplidas que hoy resultan patéticas.

Las palabras del alcalde, recogiendo cable y deslizando apoyo a esta propuesta tan ecológica , es el prólogo del apagón ferroviario y otra muesca más en el abandono de todo el territorio que vertebraba, con Cistierna en el epicentro. A cambio, hay que reconocer el ahorro de tamaño proyecto, porque buen parte de la flora ya crece entre los adoquines y los jubilados paseantes riegan con sus mangueras prostáticas ese vergel que será orgullo de esta ciudad insostenible.