In vino veritas
La Firma de Borja Barba
In vino veritas
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Palencia
Conforme uno va cumpliendo años, comienza a darse cuenta de que las cosas buenas de la vida se construyen a base de trago corto. He vaciado, y paladeado, unas cuantas botellas de vino a lo largo de mi vida. Algunas en comidas familiares. Otras, rodeado de amigos. Las menos, en la soledad del hogar y al abrigo del sofá y la chimenea. Pero todas y cada una de esos cientos de botellas de vino que he vaciado fueron rellenadas de inmediato. Rellenadas con pactos, con risas, con celebraciones, con amor, con recuerdos. Ni uno solo de esos tragos de vino fue derramado en vano. Ni uno solo de esos mostos fermentados perdió su dignidad al salir de su botella.
El vino ahoga los malos recuerdos y fortalece los buenos. El vino, poesía licuada y embotellada, consuela y alivia. Rejuvenece e inspira. El vino sabe a fruta y a madera. A hierbas aromáticas. A la tierra que pisamos y en la que vivimos. Alrededor del vino, fabuloso hilo conductor, han contado historias inolvidables Velázquez, John Steinbeck, Julio Medem, Roald Dahl o Andrés Calamaro.
Por eso, celebro que en Palencia hayamos decidido, por fin, abrazar sin tapujos ni complejos de inferioridad esa cultura vinícola a la que, quien sabe si por temor a ser menospreciados, parecíamos dar la espalda. Este pasado fin de semana, la Asociación Barrio de Bodegas de Baltanás ha celebrado en la capital cerrateña, en colaboración con su Ayuntamiento, el festejo al que han dado en llamar ‘De lagares en Baltanás’, una recuperación de la manera tradicional de prensar la uva de sus cepas coincidente con el fin de la vendimia. Una manifestación cultural que busca reafirmar el innegable poso vitivinícola baltanasiego, visible de manera patente en su singular y reconocido Barrio de Bodegas.
Pero no es un caso aislado en la provincia el de Baltanás. Dueñas araña su pequeño hueco dentro de la Denominación de Origen Cigales y defiende el patrimonio subterráneo eldanense a través de la Asociación de Bodegas y Cuevas de Dueñas. Palenzuela y Torquemada, con su particular poblado de lagares, prolongan hacia el oeste los caldos de Arlanza y se aferran a esa poderosa raíz de las cepas cerrateñas. Y no acaba ahí el muestrario. Aún asoman modestas bodegas familiares, algunas manteniendo incluso sus minúsculas producciones de uva, en localidades como Venta de Baños, Villaherreros, Ledigos, Moratinos o Mazuecos de Valdeginate.
Dijo el cantautor francés Georges Brassens que el mejor vino no es necesariamente el más caro, sino aquel que se comparte. Aquel con el que se celebra y se brinda mirándose a los ojos. Aquel al que se le adjudica el estatus de testigo mudo de confidencias. Piensen en ello la próxima vez que abran una botella de uno de nuestros vinos, mientras dejan que ese caldo tan palentinamente purpúreo dé regocijo a su espíritu.